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Un proceso de paz hecho añicos

El mayor productor mundial de cacao se encuentra de nuevo al borde de la guerra civil. Esta vez el conflicto amenaza además con traspasar las fronteras marfileñas, después de que la tregua arrancada por París a las fuerzas gubernamentales y los rebeldes tras la intentona golpista insurgente en 2002 quedara ayer hecha añicos.

El rebrote del conflicto comenzó a gestarse hace diez días, cuando tras expirar la fecha límite para el desarme pactado en Ghana en julio, los rebeldes se negaron a cumplirlo por considerar que el Gobierno no había honrado su parte del acuerdo. Los rebeldes agrupados políticamente en las Fuerzas Nuevas se retiraron entonces del Gobierno de unidad. La respuesta de Abiyán no se hizo esperar. El jueves, los aviones gubernamentales bombardearon el bastión rebelde, la ciudad norteña de Bouaké. El viernes otras tres ciudades insurgentes fueron atacadas.

La protesta rebelde que empezó hace dos años para bloquear la reforma del Ejército planeada por el Gobierno del presidente, Laurent Gbagbo, degeneró en septiembre de 2002 en una asonada militar que dividió al país en dos -el norte controlado por los insurgentes y el sur por las fuerzas oficialistas- se cobró miles de vidas y provocó el éxodo de decenas de miles de personas.

La violencia se desató por todo el país y a los choques armados se le sumaron el incendio por parte de las fuerzas de seguridad gubernamentales de miles de viviendas de inmigrantes, la mayoría procedentes de Burkina Faso. Las tensiones regionales se agravaron después de que el Ejecutivo marfileño acusara a las vecinas Burkina Faso y Liberia de apoyar la sublevación y de proporcionar mercenarios y armas a los grupos rebeldes.

Vigilar el alto el fuego

Tras el acuerdo de paz, en enero de 2003, que muchos marfileños consideraron impuesto por París, 4.000 efectivos del contingente francés Licorne desembarcaron en el país para vigilar el alto el fuego. Su presencia en el país africano ha estado acompañada de reiteradas acusaciones gubernamentales de estar favoreciendo a los rebeldes y de no lograr su desarme. Los seguidores de Gbagbo, conocidos como los Jóvenes Patriotas, han exigido violentamente la retirada de los franceses.

Las tropas de la antigua colonia se encuentran en un fuego cruzado, al ser acusadas también por el bando de la rebelión de aliarse con el Gobierno y hacer la vista gorda ante los ataques de Abiyán. En febrero de 2004, el Consejo de Seguridad de la ONU se pronunció a favor del envió de fuerzas de paz y 6.000 cascos azules empezaron a llegar al país en abril. Su presencia tampoco ha llevado la paz a Costa de Marfil y el Consejo de Seguridad debe ahora buscar una salida paraun país dividido y en armas.

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