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Crónica:LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA | Los Estados
Crónica
Texto informativo con interpretación

De maíz, fútbol americano y votos

El Partido Republicano se siente como en casa en Nebraska

Bajo el cielo ceniciento con que amaneció ayer Nebraska, un Estado eminentemente agrícola donde tocan a casi cuatro cabezas de ganado por habitante y donde se encuentra maíz hasta en los relieves de las puertas del Capitolio, algunos de los votantes todavía vestían de rojo. El rojo es el color de los Cornhuskers, el equipo universitario local de fútbol americano, y los Cornhuskers de Nebraska dieron una auténtica paliza a los Tigers de Misuri el pasado sábado.

"Asistir a una victoria de los huskers es una de las cosas más importantes que pueden ocurrirle a uno en Nebraska", enfatiza Mark Christensen, abogado y granjero, casado con Lana desde hace 22 años, padre de tres chicos y de una niña, activo miembro de la comunidad religiosa metodista. "Tradicionalmente voto a los republicanos. Soy conservador en mis costumbres y no me gusta que el Gobierno se inmiscuya demasiado en mi vida, aunque no me importa admitir que tengo sentimientos encontrados sobre la guerra de Irak", confiesa.

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"Vamos, Mark, Sadam Husein era un tipo malo, los franceses le sacaban dinero y los medios de comunicación sólo informan del lado negativo de la historia", interrumpe su amigo John.

Lana, maestra, reconduce el diálogo remachando que Bush es "un tipo normal, el candidato con el que podrías irte a tomar una cerveza en el pub". Es uno de los argumentos más escuchados en la calle durante la interminable campaña. En el día de la jornada electoral casi nadie preveía ayer en Lincoln -la capital de este Estado de peso relativo (sólo elige a cinco grandes electores), inquieto por la posibilidad de que algunos bares permitan fumar y por el dinero que sus ciudadanos aficionados al juego se dejan en los casinos de la vecina Iowa- que John Kerry fuera a llevarse el gato al agua en Nebraska.

The Cornhusker es, fútbol aparte, el nombre del hotel que desde la mañana de ayer preparaba la fiesta con la que el Partido Republicano esperaba celebrar su casi seguro triunfo, por lo menos en el Estado. "Oh, sí, esperamos a bastante gente", pronostica la recepcionista por la mañana.

A las puertas de la escuela Irving Junior High de Lincoln, donde se oyen comentarios sobre una de las mayores preocupaciones de los granjeros o el inminente levantamiento de la prohibición de importación de ovino de Nebraska por parte de Japón y los 300 millones de dólares que la medida podría suponer para los bolsillos de los ganaderos locales, Michael Wylie, de ocupación profesor y votante demócrata, hace cola. "Hay más gente que en otras ocasiones", comenta.

Wylie, que todavía no sabe si se pasará por la fiesta que, por si acaso, también ha preparado su partido en Del Rey Ballroom, a pocas manzanas de distancia. Se muestra entre irónico y triste. "No entiendo a mi país. América parece sentirse poco cómoda con la idea de tener un presidente inteligente", exclama. Wylie lleva pegado en la solapa un adhesivo en el que se lee: "Yo sí he votado".

Para los demócratas, también en Nebraska estas elecciones van a depender de la participación. Como buena señal para empezar el día, la prensa local informaba ayer de que se ha duplicado el voto a distancia en el Estado respecto al de hace cuatro años. La fiebre que barre Nebraska -que sólo junto a Maine y, según decidan los electores, junto a Colorado, puede dividir el voto de los electores del presidente de forma proporcional- ha alcanzado a los jóvenes. Trescientos jóvenes han sido reclutados por los demócratas para movilizar a sus posibles votantes, según explica Barry R. Rubin, estratega de este partido en Nebraska, rodeado de mapas del Estado.

"Claro que voto. ¿Qué dicen ahí fuera, en Europa? ¿Quieren a los americanos?", pregunta uno de los hijos de Alan y Lori Jackobsen. Tiene 21 años y vive en una granja a unas pocas millas de Lincoln, donde cuidan a ocho enormes búfalos. Alan Jackobsen se presentó como candidato a gobernador de Nebraska por los republicanos en 1994 y repitió suerte como candidato a miembro de la Cámara de Representantes en 2000, esta vez por los demócratas. Pasó de un partido a otro en 1996, cuando denunció la deriva "racista" de su anterior partido contra una candidata de raza negra a la alcaldía. Hay una fosa entre los votantes de ambos partidos. E incluso en la Iglesia Metodista Unida, el domingo pasado, entre niños disfrazados por la fiesta de Halloween, el pastor abrió el turno de las plegarias entre los feligreses invocando la "violencia y la destrucción que consume el mundo, y el malestar en nuestro país". Los feligreses de Nebraska no acabaron de coger el guante. "Quisiera rogar por los exámenes que debe pasar mi hija", dijo la primera voz que se alzó.

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