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Entrevista:TOTI MARTÍNEZ DE LEZEA | Escritora

"Entre los escritores de novela histórica hay mucha honestidad"

Toti Martínez de Lezea es una prolífica escritora de temas históricos, que cuenta con 11 novelas y dos relatos para el público juvenil en el mercado. Con ellas ha conseguido ser la autora más vendida en las ferias del libro de Bilbao y San Sebastián. Otras dos obras están listas para su publicación inminente. En su última novela El verdugo de Dios (Maeva), cuenta una historia ambientada en el siglo XII, que transcurre a través del Camino de Santiago.

Pregunta. Empezó tarde en una profesión nueva y desde entonces lleva un ritmo de publicación altísimo. Dos novelas al año, y con éxito de ventas.

Respuesta. Necesito cambiar, me gusta. Cada novela es una aventura, una cosa nueva. No tengo jefes, ni horarios, hago lo que me da la gana y mato a quien quiero.

P. Y encima los lectores compran sus libros.

R. Sí, es un añadido al que estoy muy agradecida, porque me permite seguir contando cuentos, inventando personajes y viviendo vidas de otros. El éxito de los libros no ha sido lineal, algunos han tenido mejor acogida que otros, pero tampoco me preocupa. Cada novela la he escrito con las mismas ganas y las mismas intenciones; yo estoy satisfecha El gusto del lector varía, pero no hay que tener miedo.

P. ¿Cómo elige los pasajes históricos en los que ambienta sus novelas?

R. Siempre he leído mucha historia y, más o menos, conozco las épocas. Leyendo manuales de historia siempre encuentras un motivo. Cuando ves que un tema te gusta es cuando lo empiezas a estudiar.

P. ¿Cómo combina la documentación con la ficción?

R. Mi fórmula es conocer bien la época. Una vez que me sé la época, que casi parece que la he vivido, la imaginación es libre. Raramente utilizo personajes muy importantes. Tienen que aparecer de vez en cuando, pero no me interesan. Invento los personajes en una época real. Hay que saber cÓmo comían, cómo bebían, cómo se vestían, cúales eran las relaciones sociales, las enfermedades que sufrían, si había sequías.

P. En el siglo XIII, en Navarra, no se hablaba como hablan los personajes de su novela.

R. Yo lo he tenido claro desde el principio: estoy escribiendo una novela en el siglo XXI. Así que, si intentase escribir como se hablaba hace ocho siglos, primero tendría que aprender el lenguaje del siglo XIII, y despúes no me leería nadie, porque no lo entenderían. Y, en tercer lugar, estamos en el siglo XXI, y hablamos como hablamos, y escribimos así. Hay algunas cosas, como prendas de vestir, para las que utilizo la palabra concreta, que ya no se utiliza. En algún libro han intentado remedar la forma de hablar de siglos pasados y es un aburrimiento.

P. ¿Nunca ha pensado en cambiar de registro?

R. ¿Abandonar la novela histórica? Por el momento, no. Bueno, dentro de unos meses saldra una chufla, una broma que me hago a mí misma y a las mujeres de mi edad. Estoy muy cómoda en la novela histórica, me gusta mucho y voy aprendiendo, pero no digo que no vaya a hacer otras cosas. Me gusta la novela histórica, me gusta leer la de otros y me gusta escribirla. Otros géneros me aburren.

P. ¿Qué encuentra en la novela histórica?

R. No todas las historias que transcurren en el pasado son novela histórica: si no plasma el tiempo en el que transcurre desde todos los puntos de vista, no es novela histórica. En ese saco se meten muchos géneros que no son novela histórica: hay historia-ficción, novela mística y novela esotérica, que transcurren en el pasado. Entre los escritores de novela histórica hay mucha honestidad. No inventamos cosas que no son posibles. La novela debe ser creíble, y si meto un misterio esotérico o hago salir a un fantasma o me invento un asesinato ordenado por un papa, pues no lo es. Inventarse cosas sobre personajes reales es una falta de honestidad. El escritor de novela histórica sí puede plantear hipótesis, pero no inventar.

PERFIL

Toti Martínez de Lezea (Vitoria, 1949) vive en Larrabetzu y reparte su tiempo entre las actividades de ama de casa y escritora. Antes de su tardía entrada en la literatura -rondaba los 50 años cuando publicó su primera novela- trabajó de traductora, fundó grupos de teatro y se dedicó a la producción audiovisual. Euskal Telebista emitió más de un millar de sus programas dedicados al público infantil y juvenil.

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