La prisión del Bages ensayará la política de módulos reducidos
El modelo de Lledoners se extenderá a tres cárceles de Girona, Tarragona y Barcelona
La Generalitat pondrá en práctica con la prisión del Bages, que construirá en Lledoners el próximo año, un nuevo concepto penitenciario con módulos reducidos para 46 reclusos. El Ejecutivo catalán pretende con ello mejorar la situación de los presos y facilitar el trabajo de los técnicos en una apuesta por la reinserción. La intención del Gobierno catalán es invertir la actual tendencia al incremento de la población reclusa.
El modelo de Lledoners será el mismo que se aplicará en otros tres nuevos centros que el Gobierno catalán ha planificado construir en las provincias de Girona (en sustitución de los de Girona y Figueres), Tarragona y Barcelona, además de la ampliación de Can Brians, que ya estaba diseñada antes de constituirse el Gobierno tripartito.
En el Bages se estrenará el denominado CP500 (centro penitenciario para 500 personas), que responderá a un modelo distinto de las grandes cárceles.
En el caso de Lledoners se prevén módulos para 46 reclusos con capacidad para hasta 69. Habrá celdas individuales, cada una con un retrete, lavabo, ducha y dormitorio, con un armario y una cama. La mitad de las celdas dispondrán de una litera plegable por si se requiere ocuparla. Cada módulo tendrá sus servicios mínimos de comedor, mediateca, taller o patio de paseo, y todo está dimensionado según su capacidad máxima. Con estas condiciones, los técnicos tendrán una relación más fluida con los presos, lo que permitirá prever posibles problemas y ayudará a resolver situaciones personales difíciles.
La últimas cárceles que se construyeron en Cataluña, con una capacidad superior al millar de internos, tienen módulos previstos para 220 presos en el caso de Quatre Camins, en La Roca del Vallès (Vallès Oriental), y de 200 en el caso de Can Brians, en Sant Esteve Sesrovires (Baix Llobregat). La proyectada ampliación de Can Brians ya contará con módulos más reducidos (unos 100 internos en 72 celdas), pero Francesc Jiménez, coordinador de Equipamientos Penitenciarios, considera excesiva su dimensión para aplicar mejores políticas sociales. El esfuerzo en la rehabilitación de los presos revierte en una menor reincidencia, lo que a largo plazo debe suponer una reducción del número de ingresos.
300 empleados
La reducción de los módulos implica más dotación de personal. En Lledoners se prevé emplear a más de 300 personas: educadores, responsables de talleres, asistentes sociales y psicólogos, además de funcionarios. La reducción de los módulos también tiene como objetivo ordenar mejor a la población reclusa y hacer tratamientos específicos -como por ejemplo los casos de comportamiento violento o de violencia doméstica- o dividir a los presos según el grado de conflictividad que presenten.
Con esta política de módulos carcelarios inferiores a los existentes, el Ejecutivo catalán persigue que a final de legislatura se haya podido llegar al 30% de presos penados en tercer grado frente a un porcentaje que actualmente oscila entre el 20% y el 22%. Para conseguirlo, Jiménez anuncia un trato personalizado a los presos, una mayor implicación de las familias para resolver los problemas (se estudia la posibilidad de crear un área para que el preso pueda estar con sus familiares) y una mejoría de la atención sanitaria de los centros. Ello supone que el preso toxicómano pueda recibir en las cárceles la misma atención de que disponen los toxicómanos que no están privados de libertad.
La Generalitat quiere poner a disposición de los penados talleres en el interior de las prisiones. El objetivo es que puedan trabajar de manera remunerada hasta el 50% de los internos. Ahora, sólo el 20% de la población reclusa tiene acceso a los talleres.
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