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LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA | Las primeras damas

Una millonaria extranjera

Teresa Heinz Kerry tiene voz propia y se hace oír

Yolanda Monge

"Espero que no le sorprenda a nadie el hecho de que tenga algo que decir". Así, en un inglés con suave acento portugués, comenzó Teresa Heinz Kerry su turno de palabra en la convención demócrata de Boston del pasado mes de julio. Luego saludó en las otras lenguas que domina: portugués, español, italiano y francés. Y más tarde hizo un canto a la capacidad de asimilación de EE UU, al hablar de cómo la hija de un médico portugués en Mozambique puede acabar, quizá, en la Casa Blanca. Todos los demás discursos que pronunciaron los invitados a la convención estaban revisados por el equipo de la campaña demócrata. El de Teresa Heinz Kerry, no. Lo escribió ella misma, a mano y en un cuarto de hora.

Teresa consideraba en 1976 al Partido Demócrata "una máquina podrida"

Es espontánea, pero también impredecible y algo excéntrica. Se resiste a ser manejada por los asesores electorales de su marido, el senador John Kerry. Quizá demasiado espontánea, dirían las paredes del cuartel general de John Kerry si pudieran hablar. Porque cuando la jefa de campaña de Kerry, Mary Beth Cahill, asegura que "en grupos pequeños", y hace hincapié en esta primera parte de la frase, "es genial con las mujeres y los niños", es muy difícil no hacer traducción simultánea de inmediato: "La encerraríamos en un armario si pudiéramos". Y puede que en algún sitio la tengan, si no encerrada, sí bajo control. Porque en los últimos días poco o nada se ha dejado ver Teresa Heinz Kerry. Tiene dos nombres y cinco apellidos. Maria Teresa Thierstein Simoes Ferreira Heinz Kerry. Pero el "Kerry" lo ha unido a su identidad hace bien poco. "Siempre seré Teresa Heinz. Pero para la política usaré Teresa Heinz Kerry, así que no me pregunten más al respecto", informó tajante a la prensa. Así que Teresa Heinz Kerry, 66 años, creció en un ambiente católico en la capital de Mozambique, todavía bajo dominio de Portugal. Hija de un médico portugués, formaba parte de la engreída clase colonial que jugaba al tenis y dejaba pasar los días tomando el té. Pero su perspectiva del mundo cambió en las muchas visitas que hizo acompañando a su padre a pasar consulta en el campo, donde la pobreza y la miseria se le aparecieron como aparece en África: cruel y despiadada.

Pero a pesar de saberse privilegiada conoció los límites que impone vivir bajo una dictadura.Fue a la universidad en la Suráfrica del apartheid y participó de forma activa contra éste. Sería más tarde, estudiando en Suiza y trabajando como intérprete para Naciones Unidas, cuando aderezó su vida casándose en 1966 con el zar del ketchup, quien más tarde llegaría a ser senador republicano por Pensilvania y que le presentó a su actual marido, John Kerry. Pero a esa boda llegarían en 1995. Antes, en 1991, John Heinz III moría en un accidente de avioneta.

Tras la tragedia, Teresa Heinz tuvo tres opciones: seguir la carrera en el Senado iniciada por su esposo, dedicarse a cuidar a sus tres hijos varones o administrar la fortuna familiar valorada en más de 500 millones de dólares. Optó por esta última opción y ahora ejerce una profesión que asegura no abandonará si llega a ocupar la Casa Blanca. Todavía hoy en día, cuando se refiere a "mi marido", está hablando de John Heinz. "Viví con mi anterior marido más de 30 años, y si sólo has conocido en tu vida a un hombre es difícil cambiar eso de la noche a la mañana".

Pero a pesar de que se resista a ser encasillada como una "mujer rica", el dinero le concede una desenvoltura especial y aquel característico aire de no deberle nada a nadie. "No quiero ser embotellada, yo no soy ketchup", aseguró entre risas en una entrevista.Teresa consideraba al Partido Demócrata "una máquina podrida" y al senador Ted Kennedy "un perfecto cabrón, uno de aquellos políticos católicos capaces de no divorciarse para no echar a perder su reputación". Fiel a esta opinión, publicada en el The Boston Herald American en 1976, Teresa fue afiliada republicana hasta el año pasado. Feminista, defensora del medio ambiente, amante de los trajes Chanel y transformada en demócrata, compartió el escenario de la convención del partido de su marido con el "cabrón" de Ted.

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Teresa Heinz Kerry.
Teresa Heinz Kerry.ASSOCIATED PRESS

Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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