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Columna
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Resurrección

Por muy rico que sea Estados Unidos más Bush, es un superlujo que no se puede permitir. Por muy infantil que parezca el público norteamericano, está lejos de componerse de niños tontos, y por muy individualista que resulte esa sociedad, todavía no ha sucumbido al autismo. Puede que no reciban mucha información del exterior, pero el exterior decide en alto grado sus vidas, sus rentas, la imagen de marca, la colocación de inversiones, la venta de sus artículos, desde la mayonesa al cine. Sería demasiado esperar del fanatismo otra elección de Bush porque si en Estados Unidos se cree mucho en los milagros, en los ángeles, en la Biblia y en Satanás, no han perdido nunca la fe en el dólar, y Bush no hace más que despilfarrar, incrementar los deficit, paralizar la Bolsa, aumentar el precio de la gasolina, provocar que la moneda no sea ya lo que fue. Bush significa un mal negocio y los norteamericanos son, sobre todas las cosas, empresarios de primera, hartos de los perjuicios mercantiles de la guerra en Irak, empachados de la exagerada alarma terrorista, hastiados del improductivo estado de excepción y de las averiadas conexiones internacionales. Los norteamericanos/empresarios necesitan urgentemente la normalidad y zanjar esta etapa de pesadillas bélicas y policías innumerables que husmean incluso en los calcetines cuando se vuela de un punto a otro del país. Bush es hoy, para su mal decisivo, el rostro de todo ello. La cara del terror.

¿Más Bush? Cualquiera que cruce por la sociedad norteamericana percibirá el enorme desacuerdo entre el empuje de sus gentes, la imaginación de sus emprendedores o el ávido deseo de innovar, con la naturaleza de un Bush tronante, personaje del Antiguo Testamento y del testamento de la antigüedad nacional. Más Estados Unidos es menos Bush y el mejor Estados Unidos -el inventor, el líder en derechos y libertades, el impulsor de la Sociedad de Naciones- espera su oportunidad para dentro de pocos días. Ni siquiera Kerry, agrisado en casi todo, ha confiado lo bastante en esta importante fuerza civil siempre presente en el territorio norteamericano. El 2 de noviembre, sin embargo, tras el inevitable Día de los Difuntos, llegará el tiempo de la resurrección.

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