La búsqueda de la forma pura de Rodin
Una exposición en Caixaforum de Barcelona recorre la obra del escultor y su influencia en el siglo XX
¿Genio aislado encerrado en la soledad de sus innovaciones o artista fundamental para el desarrollo de la escultura moderna? La exposición Rodin y la revolución de la escultura. De Camille Claudel a Giacometti, que se presenta desde hoy y hasta el 27 de febrero en la sede barcelonesa de Caixaforum, contesta definitivamente a la pregunta y confirma a Auguste Rodin (París, 1840-Meudon, 1917) como uno de los fundadores de la escultura moderna, iniciador de una revolución que influyó en toda la creación escultórica posterior. La exhibición, una de la más completas hasta ahora presentadas en España sobre Rodin, recorre, a través de 105 obras, toda su trayectoria y revive con piezas de sus contemporáneos y artistas posteriores la gran revolución que ejerció en el siglo XX.
No es la primera vez que en España se organiza una gran exposición dedicada a Rodin, pero nunca antes se había reunido una selección tan completa y representativa de su obra que, además, pone en relación toda su trayectoria con la de otros artistas relevantes y permite así comprender mejor las vinculaciones y diferencias entre algunos de los principales escultores de los siglos XIX y XX.
La exposición, de la que es comisaria la conservadora del Museo Rodin de París, Antoinette Le Normand-Romain, con la colaboración de Josefina Alix, para la elección de las obras españolas que se exhiben, reúne 105 piezas que ofrecen una amplia mirada sobre la trayectoria de Rodin, desde sus inicios hasta la madurez. Le acompañan una treintena de artistas entre los miembros de su taller, como Camille Claudel y Antoine Bourdelle: discípulos, como Lucien Schnegg, Raymond Duchamp-Villon y Aristide Maillol, y creadores posteriores que reconocieron su influencia, como Constantin Brancusi, Henri Matisse, Alexander Archipenko o el ruso Ossip Zadkine, quien en 1952 afirmó: "Rodin dio un mazazo a la muralla que ahogaba la escultura. Gracias a su obra, este antiguo lenguaje ha renacido, vive y vivirá". Obras de Pablo Picasso, Eduardo Chillida y Julio González, entre otros, prueban el impacto de Rodin en los artistas españoles.
El recorrido de la exposición, dividida en cinco ámbitos, se abre con La edad de bronce, obra emblemática de Rodin que muestra sus difíciles comienzos con su perfección formal que le valió ser acusado de hacer moldes del natural. Por primera vez en España se exhibe la parte superior de La puerta del Infierno, donde se pone de manifiesto el particular método de trabajo del escultor, basado en el ensamblaje de elementos creados de forma independiente. En la puerta, encargo para el museo de las artes decorativas de París nunca construido, se hallan algunas de sus obras más conocidas, como El beso o El pensador. "No todas las figuras creadas para la puerta se utilizaron. Muchas pasaron a formar parte de un depósito de formas del que Rodin se abasteció toda su vida, presentándolas en obras autónomas o en nuevos montajes", explica la comisaria.
Pasiones
La influencia recíproca con los artistas, fundidores y talladores de su taller desembocó en una búsqueda constante de la forma pura, representación de la esencia de pasiones y sentimientos. "Para subrayar el poder de sugestión de las formas, empieza a exponer obras inacabadas y a los 60 años aún es capaz de hacer cosas nuevas", afirma Le Normand-Romain, y señala La tierra, en la que Rodin introduce el accidente como elemento creativo. "El modelo en terracota se rompió por la cintura y las rodillas durante la cocción, y Rodin decidió reproducirlo sin disimular las fracturas que se convirtieron en símbolos de una nueva concepción escultórica", explica la comisaria.
La imponente y monolítica escultura de Balzac, que preside el ámbito dedicado a los monumentos, es emblemática de la polémica que generaron sus obras públicas. En lugar de centrarse en las alegorías y características sociales del personaje, Rodin concentra toda la esencia de la obra en la expresión del rostro. Le acompañan piezas de su colaborador Antoine Bourdelle, iniciador de una estética violenta y desgarrada, que presagia la representación de la angustia de la condición humana de autores del siglo XX. "La generación que le sigue vuelve a formas tradicionales. Hay que esperar a las vanguardias históricas para que la lección de Rodin sea puesta en práctica", afirma la comisaria, y apunta las influencias del escultor en artistas como Brancusi y Picasso.
La influencia de Rodin está presente tanto en artistas que proclaman la necesidad de un retorno al clasicismo, como Maillol o Schnegg, como en los que consideran el arte como fuente de emoción, como Matisse o Zadkine. La dimensión del tiempo entra en la escultura con El hombre que camina, de 1899, obra que da comienzo al desarrollo de los valores cinéticos posteriormente planteados por las vanguardias futuristas, que desembocan en Hombre que camina, de 1958, de Alberto Giacometti, broche final de la exposición.
Arte y pasión
Las paritarias relaciones y el juego de influencias recíprocas entre Rodin y los artistas de su taller se cristalizan en la figura de Camille Claudel, su musa y amante. A través de sus obras se puede reconstruir la historia de un triángulo amoroso completado por Rose Beuret, esposa fiel e indulgente durante 30 años, que el escultor, a pesar de su pasión física e intelectual por Camille, nunca llegó a abandonar. Pertenece a Rose el hermoso rostro que surge de un bloque de mármol simplemente desbastado, bautizado La aurora por Leonce Bénédite, el primer conservador del Museo Rodin, cuando hizo el inventario de las piezas que nunca se habían reproducido ni expuesto en vida del escultor.
La situación de amor y desamor entre el artista y sus mujeres se materializa en La edad madura, en la que Claudel retrata a una pareja de ancianos abrazados (Rodin y Rose) que una joven desnuda y arrodillada (ella misma) no consigue separar. La obra, que se resiente de la influencia del art nouveau, se fundió un par de años después de ser creada debido a las presiones de Rodin, quien no quería divulgar su vida privada.
Le Normand-Romain no cree, como afirman algunos críticos, que Rodin haya aprovechado la inspiración de la joven artista en obras como El eterno ídolo, basada en Sakuntala o el abandono, de Claudel. "Se trata más bien de un homenaje, de un acto de amor y reconocimiento en un momento difícil: Camille estaba embarazada y su relación ya estaba en crisis a causa de la negativa del escultor a dejar a Rose", apunta la comisaria, y subraya que las dos figuras ya formaban parte de los elementos de La puerta del infierno. El eterno ídolo se convirtió en una de las obras de Rodin más apreciadas e incluso fue objeto de un homenaje por parte del director Serguei Eisenstein, quien la incluyó en su película Octubre.
"Camille Claudel era una buena escultora, pero Rodin era inmenso. A diferencia de Claudel, quien nunca consiguió romper definitivamente con la tradición, Rodin supo superar las habituales formas de representación para personificar los sentimientos y las pasiones puras", concluye Antoinette Le Normand-Romain.
Babelia
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