Los empates en los Estados decisivos enloquecen la campaña presidencial
Bush y Kerry se arrojan a la cara la desaparición de toneladas de explosivos en Irak
El frenesí se ha apoderado de los candidatos y de sus equipos, que multiplican el esfuerzo, el tiempo y el dinero en la recta final de unas elecciones que parecen empatadas a cinco días del 2 de noviembre. Esta extrema agitación afecta sólo a una docena de los 50 Estados, y es una montaña rusa: lugares que parecían garantizados hace semanas ya no lo están, bastiones republicanos y demócratas han dejado de serlo, y lo que se gana en unos Estados se pierde en otros. Ayer, Bush pidió el voto a los negros, de la mano de un senador demócrata tránsfuga, y Kerry le acusó de haber fallado a las clases medias.
Los líderes no dan ningún Estado por garantizado. Ni mucho menos los más reñidos en 2000 (los republicanos ganaron por la mínima Florida y New Hampshire, y los demócratas tuvieron márgenes escasos en Oregón, Minnesota, Iowa, Wisconsin y Nuevo México).
Pero tampoco los que han movido de sentido de voto. Por eso, Bush visitó ayer Ohio -republicano hace cuatro años y hoy en el filo de la navaja- y también Pensilvania y Michigan, Estados demócratas en los que es competitivo. Por eso, Kerry no deja de ir a Ohio, a Florida y a Iowa, pero no se puede descuidar en Nueva Jersey, que no vota republicano desde hace 16 años, o Hawai, también demócrata y también con márgenes escasos de diferencia.
En esta situación, los factores decisivos -el nivel de participación y la orientación de los nuevos votantes- son difíciles de detectar. El analista Larry Sabato predice, en su última Bola de cristal, que el ligero margen de ventaja de Bush "es delgado como una hoja de papel" y quizá insuficiente "para detener el torrente de antipatía que fácilmente podría producir una presencia demócrata mayor de lo prevista en las urnas". Sabato, que recuerda que, en general, los indecisos respaldan al que quiere llegar a la Casa Blanca y no al que ya está en ella, dice que "también Kerry está en zona de peligro, porque a una semana de las elecciones no ha consolidado toda la base demócrata o algunos Estados que se orientaban hacia él". Ésa es la razón por la que Bush hizo ayer campaña con el senador demócrata Zell Miller en Pensilvania,Ohio y Michigan, y recibió el apoyo de un grupo de clérigos negros satisfechos con su oposición al matrimonio entre homosexuales y su postura sobre el aborto.
Por su parte, Kerry escaló ayer un nuevo peldaño en el cerco personal contra Bush, al que trata de devolver las críticas recibidas sobre su carácter. A raíz de los explosivos desaparecidos en Irak, Kerry dijo que se trata de "un escándalo que crece", dijo que Cheney es "el jefe de la desinformación" y acusó en Iowa al presidente de "esquivar, saltar y zigzaguear en su habitual esfuerzo para evitar las responsabilidades". Bush, que había guardado silencio sobre el asunto los dos días anteriores, le contestó ayer recordando que el Pentágono ha dicho que los explosivos no están desde hace año y medio: "El senador se asombra de que Irak fuera un lugar peligroso lleno de armas. ¡Por eso estamos allí! Porque era un lugar peligroso con un tirano peligroso que tenía muchas armas. Sus asesores dicen que no conocemos los hechos, pero él está denigrando lo que hacen las tropas y los mandos sin saber los hechos. Dirá cualquier cosa con tal de ser elegido".
Las cargas de Kerry fueron ayer contra Bush como comandante en jefe, pero también por razones económicas, "porque le ha fallado a las clases medias en casi todas las decisiones que ha tomado. (...) Necesitamos un cambio, porque estas clases medias no pueden permitirse cuatro años más de la economía de Bush".
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