Magnelli recorre en su obra el tránsito del futurismo al cubismo
El Museo Picasso de Barcelona reúne 150 pinturas, dibujos y esculturas
Llega al Museo Picasso de Barcelona, desde su homónimo de Antibes, la exposición Magnelli, entre el futurismo y el cubismo, la primera que se dedica a un periodo concreto de la trayectoria del italiano Alberto Magnelli (Florencia, 1888-Meudon, 1971). La exhibición se centra en los años en los que Magnelli, tras su encuentro con Picasso, abandona la pintura figurativa de inspiración futurista para acercarse al lenguaje cubista.
Los comisarios Jean-Louis Andral, conservador jefe del Museo Picasso de Antibes, y Daniel Abadie, asesor de la directora de los Museos de France y albacea testamentario de Magnelli, han reunido una selección de 150 obras entre pinturas, dibujos y documentos, representativa de los múltiples matices que acompañan la evolución del artista hacia el lenguaje personal que le convirtió en uno de los precursores del arte contemporáneo. "Su forma de utilizar las superficies planas de colores puros delimitadas por trazos negros, así como la introducción de la publicidad en la pintura a través de los carteles, anticipa la estética del pop art que surgiría 50 años después", afirma Daniel Abadie, que para la ocasión ha conseguido también las dos únicas esculturas del artista que aún se conservan.
Para Magnelli, pintor autodidacto que en su Florencia natal había crecido rodeado por las obras del Renacimiento y de su admirado Piero della Francesca, el descubrimiento de Gustav Klimt en la Bienal de Venecia de 1910 supuso el encuentro con la modernidad. Las obras que abren el recorrido dan prueba de este impacto: todavía se trata de pinturas figurativas, pero los sujetos no reproducen la realidad, y la preocupación por el uso del color ya presagia su evolución hacia la abstracción.
La relación con los futuristas, de los que se alejó posteriormente por diferencias políticas más que artísticas, se refleja en el interés por los carteles y la cultura popular, evidente en las telas que reproducen un teatro de marionetas (Teatro Stenterello n.2 y n.5, 1914), donde aplica el principio futurista de la superficie plana también a los espacios con profundidad como el foso de la orquesta. "La pintura de Magnelli evoluciona rápidamente hacia un lenguaje estenográfico, es decir, que se refiere a la realidad sin reproducirla", explica Abadie, indicando dos obras de grandes dimensiones y colorido excepcional: Café del Museo de Grenoble y Campesinos con carro, del Museo de Arte Moderno Palazzo Pitti de Florencia. Tras conocer a Picasso, Magnelli se va progresivamente alejando de la figuración, simplificando cada vez más los elementos compositivos y dejando sólo pequeños detalles que permiten identificar la realidad, "aunque es cada vez más necesario leer el título de la pieza para reconocer el sujeto del cuadro".
En la segunda planta se exponen 7 de las 10 telas realizadas en 1915 que aún se conservan y que convirtieron a Magnelli en el primer pintor abstracto de Italia. Sin embargo, a él no le gustaba el concepto de abstracción y las definía como "pinturas inventadas". La Primera Guerra Mundial, en la que no participó por motivos de salud, y la incomprensión de su evolución por parte de los futuristas, le sumen en una profunda depresión, pero hacia el final del conflicto, cuando vuelve a pintar, sus obras son una verdadera explosión de colores y formas. Es la época de las denominadas Explosiones líricas, en las que el artista rompe con el diseño y el ritmo de sus trabajos anteriores, para entregarse a una creatividad totalmente libre. Las hermosas figuras estilizadas y las tendencias geométricas dejan paso a la abstracción abierta.
Babelia
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