Una curva ascendente que se quiebra en 2004
El electorado andaluz ha dado la espalda al PP en las siete elecciones autonómicas que se han celebrado desde 1982
En las siete elecciones autonómicas que se han celebrado desde 1982, el electorado ha dado la espalda, en mayor o menor medida, al centro-derecha andaluz. Los tres primeros comicios (con Antonio Hernández-Mancha y Gabino Puche como candidatos) arrojaron resultados desastrosos para el PP. En 1982, el PSOE triplicó los votos de los conservadores y en 1986 y 1990, los dobló. Las mayorías absolutas de los socialistas en la Cámara autonómica eran entonces abrumadoras.
Esta curva se dispara por elevación en 1994, cuando Javier Arenas se presenta por primera vez como candidato del PP, un año después de desembarcar en Andalucía. Arenas, que entonces tenía 36 años, articuló en pocos meses un equipo que dio un enorme susto al candidato del PSOE, Manuel Chaves. Arenas duplicó los votos obtenidos por Puche (el PP pasó de poco más de 611.000 sufragios a más de 1,2 millones) y se situó a cuatro escaños del PSOE (41 frente a 45). Nunca el PP ha estado tan cerca de los socialistas en la Cámara.
Ese resultado, junto con el avance de Izquierda Unida, liderada entonces por Luis Carlos Rejón, abrió paso a la llamada legislatura de la pinza, en la que los socialistas se vieron contra las cuerdas por la estrategia conjunta de PP e IU. Chaves se vio obligado a prorrogar el Presupuesto de la Junta de 1995 y cuando vio, a finales de año, que la situación era insostenible, decidió disolver el Parlamento y convocar elecciones en marzo de 1996, que se celebraron junto a las generales. La apuesta era arriesgada ya que se atisbaba que el ciclo de los gobiernos de Felipe González se acababa y, en Andalucía, la pujanza del PP parecía intacta.
Un año antes, en 1995, el PP había logrado lo que hasta este momento ha sido su mayor éxito electoral en la comunidad: ganar y gobernar las ocho capitales de provincia. En ese momento, todos en el PP daban por seguro que la victoria en las autonómicas estaba al alcance de la mano porque soplaba viento de popa.
Sin embargo, en las elecciones de marzo de 1996, con Arenas de nuevo como candidato, el PP andaluz se llevó un chasco. Aunque el PP creció en votos (227.000 más que dos años antes), el PSOE creció mucho más (508.000). Chaves llegó a los 52 diputados y una alianza con el Partido Andalucista le garantizó una legislatura tranquila.
La victoria de José María Aznar propició que el PP andaluz empezase un periodo de incertidumbre, toda vez que Arenas fue nombrado ministro de Trabajo, aunque compatibilizó este cargo con la presidencia regional del PP tres años más. En 1999, Arenas, nombrado secretario general del PP, cede el testigo a Teófila Martínez, quien en 2000 logra el récord de votos del PP en unas elecciones autonómicas (por primera vez supera el millón y medio de votos) y de escaños (46). Chaves repite escaños (52) y un nuevo pacto con el PA le permiten otros cuatro años de sosiego.
Y llega marzo de 2004, con Martínez como candidata por segunda vez, y la curva ascendente se quiebra. El PP se precipita por el túnel del tiempo: pierde nueve escaños y se sitúa a 24 del PSOE, que recupera la mayoría absoluta (61 diputados frente a 37).
A partir de ahí, todo es historia por escribir: Arenas vuelve a tomar las riendas del PP andaluz y se compromete a ser candidato en 2008 e, incluso, en 2012. Arenas tiene ahora en mente las elecciones municipales de 2007. Afirma que si el resultado es bueno, en 2008 tendrá alguna opción de hacer algo en las autonómicas, y si es malo, ninguna.
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