"Europa, Japón y Canadá son ahora los líderes"
André Jol es el responsable del grupo de Aire y Cambio Climático de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA, en sus siglas inglesas), que realiza el seguimiento de la situación en Europa, atendiendo también a la evolución de cada país, así como de las medidas políticas relacionadas con el calentamiento global y su impacto. En la sede de la EEA, en Copenhague, Jol, ante el nuevo impulso que recibe el Protocolo de Kioto con la decisión de Rusia, comenta el panorama y las perspectivas de la UE en cuanto a cumplimiento del mismo, así como las tendencias a más largo plazo.
Pregunta. ¿Es el cambio climático el mayor problema medioambiental de la UE?
Respuesta. Hay diferentes tipos de problemas: locales, inmediatos, a largo plazo... El ruido, la calidad del agua, la calidad del aire, la pérdida de biodiversidad, son todos problemas. Además está el cambio climático, que supone una presión adicional y que se agravará aumentando la desertificación, elevando las temperaturas medias, reduciendo las lluvias en el sur y aumentando en el norte...
"Se podrían establecer niveles de convergencia de emisiones 'per cápita' a largo plazo"
"El coste no tiene por qué ser alto si se hacen las cosas de forma inteligente y eficaz"
P. ¿Cree que la UE podrá cumplir con su compromiso colectivo en el protocolo de reducir en un 8% sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2008-2012, respecto al nivel de 1990, cuando ahora está en el -3%?
R. Desde el momento en que EE UU y Australia decidieron no ratificar [el protocolo], Europa, Japón y Canadá son ahora claramente los líderes, especialmente la UE, que debe cumplir sus compromisos, porque si no será muy difícil negociar cualquier acuerdo posterior. En cuanto a si puede cumplir, la cuestión es ver las medidas internas de los distintos países. Algunos van más avanzados, como Alemania, o el Reino Unido, Holanda... También están las medidas más amplias de la UE, como la directiva sobre energías renovables o la de comercio de emisiones. Hay mucha confianza en que todo esto va a funcionar y si es así, potencialmente la UE puede alcanzar su objetivo. Pero el tiempo se está acabando porque al acercarse el plazo 2008-2012 se reducen las posibilidades de que las medidas tengan efecto.
P. Algunos países están muy lejos de los objetivos que tienen que cumplir, sobre todo España.
R. Los países que van retrasados... es un asunto delicado desde el punto de vista político. Hay varias razones por las que unos países están en el buen camino y otros no. Una de ellas es que algunos han tomado medidas internas y están poniendo en práctica más rápido las adoptadas por la UE. Pero también hay que tener en cuenta los objetivos que se fijó cada uno, que en algunos casos son más ambiciosos que otros y ahora se está notando. Por ejemplo, Dinamarca asumió un compromiso [de reducción de emisiones] muy alto y ahora ve que es muy difícil lograrlo.
P. ¿Y después de 2008-2012 qué pasará?
R. Unos sostienen que debería haber nuevos objetivos por países, pero incluyendo algunos países en desarrollo en una lista intermedia y con objetivos establecidos de control de emisiones. Otra idea sería tener muy en cuenta las circunstancias nacionales, por ejemplo las emisiones per cápita, o por producto interior bruto, o por la estructura sectorial... diferentes parámetros del perfil de emisiones de un país. Creo que esto es muy necesario para alcanzar un acuerdo para después de 2008-2012.
P. Se habla también de objetivos por sectores.
R. Se ha discutido, pero me parece muy difícil alcanzar un acuerdo global. Por ejemplo fijar un objetivo general para el transporte... Otros plantean que tal vez sea mejor tener objetivos tecnológicos, por ejemplo indicando el porcentaje de energías renovables o las tecnologías de baja emisión. Esto afecta a mucha gente en el mundo y está relacionado con los Objetivos del Milenio [de la ONU].
P. Los científicos dicen que reducir en un 5,2% las emisiones, como indica el protocolo, apenas tiene efecto en el sistema climático del planeta, que habría que bajarlas en un 50% o 60%.
R. Esto es importante y se está discutiendo también con perspectivas a más largo plazo sobre lo que puede ser un futuro sostenible. En la UE se pueden traducir los márgenes globales de niveles de concentración de gases de efecto invernadero a 50 o 60 años. El siguiente paso podría ser intentar fijar objetivos de reducciones regionales y por países para esos plazos. Hay estimaciones que indican que habría que ir a reducción de un 50% o un 60% en 2050. También es muy importante mantener un período durante el que se consienta el aumento de emisiones para algunos países en vías de desarrollo durante 10 o 20 años, dándoles la oportunidad de desarrollo económico, siempre sostenible.
P. Un problema grave es el transporte. ¿Cómo se puede abordar?
R. Se han hecho estudios sobre cómo avanzar hacia objetivos a largo plazo, con reducciones de entre el 30% y el 40% para 2030 en la UE y se requieren cambios drásticos en el sistema energético. Gran parte de la reducción se lograría en la producción energética y en la eficiencia en la industria y en la vivienda, pero tal vez no tanto en el transporte en un período tan corto. Hay que tener en cuenta que la penetración e implantación de los vehículos híbridos o con emisiones mucho más bajas que los actuales tardará un cierto tiempo.
P. ¿Se refiere a vehículos con pilas de combustible?
R. Sí. Pero el paso previo son los coches híbridos antes que los completamente de hidrógeno, y en 2030 no se habrá alcanzado una implantación generalizada. Lo importante es tener en cuenta todo el panorama energético.
P. ¿Qué situación plantean los nuevos países de la UE?
R. De momento, y debido a la reestructuración económica y a la mejora de su eficiencia energética, esos países están en buen camino de cumplir los objetivos de Kioto 2008-2012. A plazo más largo tendrán los mismos problemas que el resto de la UE.
P. Son muchas tareas para el futuro.
R. También es muy importante que Europa empiece a pensar en la adaptación a los efectos del cambio climático porque sin duda está ahí y las alteraciones se van a producir aunque bajen las emisiones. Hay que hacer ambas cosas: reducir las emisiones y prepararse, y las medidas de adaptación, si se planean, no tienen por qué ser costosas. Por ejemplo, al invertir en infraestructuras, no tiene por qué ser más costoso contar con los efectos del cambio climático y hacer las cosas de la manera más eficaz de cara al futuro. En realidad el coste de cumplir el Protocolo de Kioto no tiene por qué ser alto si se hacen las cosas de forma inteligente y eficaz.
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