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Norman Foster, a favor de Tempelhof

El arquitecto británico Norman Foster ha terciado en una polémica abierta en Alemania y ha roto una lanza a favor de mantener abierto el legendario aeropuerto berlinés de Tempelhof. Este aeropuerto, diseñado en 1935 por Ernst Sagebiel como una parte de Germania, la capital soñada por Hitler y desarrollada por Albert Speer, se concluyó en 1941 y estaba considerado como el mayor edificio del mundo. La arquitectura de Tempelhof lleva la impronta inconfundible del colosalismo nazi. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Tempelhof adquirió tintes heroicos en los duros años de la reconstrucción de Alemania. En sus pistas aterrizaron durante más de diez meses, del 26 de junio de 1948 al 6 de mayo de 1949, los aviones de los aliados occidentales que abastecieron a Berlín Oeste en el puente aéreo, consecuencia del bloqueo impuesto por la Unión Soviética. Nada menos que 70 miembros de las fuerzas aéreas de los aliados y ocho alemanes murieron accidentados en la empresa de mantener con vida a la capital alemana. Desde hace años, Tempelhof se ha convertido en manzana de la discordia entre las autoridades de Berlín, empeñadas en cerrarlo; compañías aéreas, que se resisten a abandonarlo; ecologistas; vecinos; arquitectos, y nostálgicos. El alcalde de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit (SPD), y el Senado (Gobierno) berlinés pretenden cerrar Tempelhof, 300 hectáreas casi en el centro de la capital alemana, y trasladar sus servicios a Schönefeld, el aeropuerto de Berlín Este de cuando existía el muro y que está situado donde Cristo dio las tres voces. Contra el traslado han elevado recurso varias compañías aéreas que todavía vuelan a Tempelhof y un tribunal les ha dado la razón por motivos formales. De momento el cierre está aplazado, en espera de una decisión definitiva de la justicia. La polémica continúa con intervención de destacados arquitectos en defensa de ese monumento protegido como un bien cultural. A favor de conservar Tempelhof se han pronunciado arquitectos como Peter Eisenman, autor del discutido monumento al Holocausto en el centro de Berlín, que asegura: "No cambiaría sus funciones, ni derribaría el edificio. Tampoco lo convertiría en un parque de atracciones. Tempelhof sólo puede cumplir una finalidad". Foster, que ha diseñado aeropuertos en Londres, Hong Kong y ahora en Pekín, declaró ayer al Süddeutsche Zeitung: "Tempelhof es un icono increíble. Esto lo diría aunque no me hubiera ocupado tanto del diseño de aeropuertos, ni hubiera sido piloto, e incluso aunque no fuera arquitecto. Este icono tiene que conservarse para las generaciones futuras. Sería una tragedia que lo borraran del mapa".-

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