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Columna
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El pasado

La bandera de Andalucía, propiedad de Blas Infante, portada por un grupo de niños, abría la histórica manifestación por la Autonomía de Andalucía del 4 de Diciembre de 1977 en Sevilla. Fue una emocionante manera de homenajear al autor de El Ideal Andaluz. Cada vez que en cualquier acto oficial se canta el himno de Andalucía, se está rindiendo homenaje oficial a la figura de su creador, Blas Infante. Desde hace años, cada 10 de agosto se celebra un acto reivindicativo de su figura, en la carretera de Carmona, en el lugar en el que fue fusilado. La figura de Blas Infante ha sido reconocida oficialmente desde el primer momento en que, llegados a la libertad, Andalucía se alzó en esperanza, en busca de su autonomía. Ahora, siguiendo la estela de la rehabilitación de la figura del presidente de la Generalitat, Lluis Companys , los grupos socialista, de IU y PA en el Parlamento andaluz, han pedido también la rehabilitación de la figura de Infante, es decir solemnizar el desagravio. El PP no se entusiasma con la idea porque no le parece bien remover el pasado. Lo malo es que el pasado existe y fue como fue y todavía nos falta hacer un acto colectivo de reparación de tanto sufrimiento como está escrito en sus anales.

Por mucho que se prefiera mirar hacia delante, acaso no acabemos de una vez por todas de mirar sin que algo de rabia se despierte, mientras no hayamos rehabilitado a todos los que cayeron en tapias, carreteras y caminos y a los que durante tantos años se les negó todo honor. Aunque la guerra civil y sus horrores cada vez quedará más en el recuerdo de lo estudiado, a medida que perdamos definitivamente la línea directa con aquella miseria, estamos obligados a hacer imborrable ese recuerdo, sencillamente para jamás volver a caer en la tentación de repetir la historia. No se trata pues de remover el pasado, se trata de no olvidarlo y de traer al presente del reconocimiento público a todos los que solo pudieron ser llorados en la dolorosa intimidad de los perdedores. Hablamos ahora de Blas Infante, pero la ocasión de su rehabilitación debe servir también para que con él se reivindique la memoria y la honorabilidad de todos los demás andaluces que como él, fueron fusilados en defensa de los valores de la libertad y la democracia que nos legaron.

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