"El cáncer de mama dejará de ser causa de muerte y lo vamos a ver nosotros"
¿Hemos de ser optimistas o pesimistas? Con esta pregunta comenzó el investigador Josep Baselga la XI Conferencia Ramón y Cajal que organizó el pasado viernes el Queen Sofia Institute de Nueva York en la Real Academia de Medicina de Barcelona. El tema era Avances en el tratamiento del cáncer en la era genómica. ¿Evolución o revolución?. Al término de la misma los asistentes, entre los que se encontraba la reina Sofía, tenían claro que el tratamiento del cáncer está a las puertas de una revolución y que hay más razones para ser optimistas que pesimistas, aunque, como le ocurre a la sociedad, también hay días en que Baselga se levanta optimista y se acuesta pesimista, y al revés. El hecho es que la mortalidad por cáncer se mantiene estable desde hace 50 años, pero ahora se curan más del 50% de los que se diagnostican. Lo que ocurre es que se diagnostican muchos más. Se estima que uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres lo contraerán a lo largo de su vida.
"Para avanzar en el cáncer es preciso que los hospitales mejoren las herramientas de diagnóstico"
Esa ambivalencia explica que no hace mucho la revista Fortune titulara en portada un devastador artículo: ¿Por qué estamos perdiendo la batalla del cáncer? y poco tiempo después, la revista Time, del mismo grupo editorial, publicara otro celebrando que la estamos ganando. Baselga está convencido de que la estamos ganando. Y para ello recurre a una fotografía. La mujer aparece radiante, remando en un lago. Es una de las pacientes que trató cuando ejercía en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York. Le habían diagnosticado uno de los tumores de mama más agresivos, el que sobreexpresa la proteína HER2, y ni la cirugía ni la quimioterapia habían podido evitar que rebrotara en una metástasis de pulmón.
La enfermedad avanzaba inexorablemente, pero en el camino de esta paciente apareció uno de los avances médicos que Baselga considera más prometedores, un anticuerpo monoclonal, el Herceptin, que bloquea la acción del agresivo oncogen. El tumor desapareció de su pulmón y la mujer ha podido cerrar el paréntesis que se abrió en su vida, hace ahora 11 años.
El anticuerpo no funciona en todos los casos, pero lo importante es el cambio conceptual que representa. Ese fármaco ataca el mecanismo proliferativo del oncogen. Con el conocimiento que se tenía de la célula hasta hace poco sólo se podía atacar el cáncer a cañonazos: tanto la quimioterapia como la radioterapia matan las células malignas, pero también las sanas.
El desciframiento del genoma humano ha abierto, según Baselga, una nueva era. El cáncer es una enfermedad genética (que no es lo mismo que hereditaria) puesto que se produce por la alteración o mutación de uno o varios genes. Ahora conocemos muchos de esos genes y constantemente se descubren nuevos. Y cada vez se conocen mejor los mecanismos de esa proliferación celular descontrolada que es el cáncer y que se produce porque la célula cancerígena tiene seis capacidades adquiridas.
La primera es la autosuficiencia de señales de crecimiento, es decir, que activa mecanismos de proliferación independientes del entorno y eso la hace, -dos- insensible a las señales de freno que operan en las células sanas. Desactiva -tres- la apoptosis, es decir, el mecanismo de muerte celular programada por el que se produce la regeneración tisular, y se hace inmortal -cuatro- porque estas alteraciones le dan un potencial de replicación ilimitada. La célula cancerígena crece desmesuradamente -cinco- porque desarrolla una angiogénesis permanente que le permite formar nuevos vasos sanguíneos. Finalmente, es tan peligrosa porque además de crecer, -seis- viaja y es capaz de colonizar otros órganos. El cáncer mata, explicó Baselga, porque las células cancerígenas tienen la capacidad de hacer metástasis. Ninguna otra célula la tiene. Hasta hace poco no se sabía por qué pueden viajar a otros órganos, pero ahora se sabe que lo hacen porque reactivan programas que estaban vigentes en el organismo desde el nivel embrionario.
El conocimiento más preciso del mecanismo permite desarrollar fármacos dirigidos contra dianas biológicas, y eso supone un cambio radical, según Baselga, en el enfoque del tratamiento del cáncer. Hay ya varios ejemplos exitosos y una pléyade de proyectos prometedores en diversos tipos de tumores. Entre los primeros, el mencionado Herceptin contra el oncogen HER2; tres agentes (Iressa, Tarceva y Erbitux) que bloquean el receptor del factor de crecimiento epidérmico, y el anticuerpo monoclonal Avastin, que detiene el proceso de angiogénesis.
Pero para avanzar es preciso, según Baselga, que los hospitales españoles mejoren las herramientas de diagnóstico. La tecnología de los microarrays permite ahora analizar todos los genes de un cáncer y predecir, por tanto, el nivel de agresividad y el comportamiento previsible del tumor. Del mismo modo en que el antibiograma permite determinar cuál es el antibiótico más adecuado para cada enfermedad infecciosa, será posible dar a cada paciente el tratamiento más adecuado a su perfil genético. "Habrá casos de cáncer de mama, por ejemplo, que ahora se tratan con quimioterapia, en los que no será preciso administrar este tratamiento tan agresivo. Y al revés: se sabrá en qué pacientes es preciso aplicar desde el primer momento la terapia más intensa y qué fármaco utilizar en cada caso", explicó Baselga.
El futuro está en el diagnóstico molecular del cáncer. "Podremos analizar el perfil génico de cada tumor y con una simple muestra de suero podremos comprobar si todavía queda alguna célula cancerígena circulante. Y cuando no haya ninguna, podremos decirle a la paciente: Estás curada". ¿Cuando llegará eso? "Muy pronto. A partir de 2008". La mejora en el diagnóstico y la posibilidad de dirigir tratamientos contra dianas biológicas específicas permitirá un gran salto cualitativo. En algunos tumores ya se vislumbra: "Llegará un día en que el cáncer de mama dejará de ser causa de muerte. Y lo vamos a ver nosotros", vaticinó.
El marco hospitalario es el más adecuado para esta revolución, porque permite una rápida transferencia de la investigación básica a la práctica clínica. "¿Seremos protagonistas o espectadores de esa revolución?, se preguntó. Para ser protagonistas y poder garantizar que los avances llegan a los pacientes, es preciso dotar a los equipos que investigan en cáncer de mejores laboratorios de medicina molecular. "Necesitamos mejores utillajes, una política de fichajes que permita atraer a los mejores especialistas y priorizar las líneas de investigación. No podemos permitir que en nuestros hospitales se haga seudociencia", concluyó.
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