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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El voto de Sharon

Incluso el plan del primer ministro israelí para una modestísima retirada de la franja de Gaza y cuatro colonias aisladas de Cisjordania amenaza con hacer caer un Gobierno que no se ha distinguido precisamente por su ternura con el pueblo palestino. Ariel Sharon, que ha dado a conocer su calendario de retirada -a partir de mayo o junio y a completar en tres meses-, debe ganar una primera votación el día 25, o afrontar la probabilidad de elecciones anticipadas, pese a que su mandato sólo expira a fin de 2006.

La aritmética parlamentaria le es tan negativa que deberá armar para ese día, si no una coalición en toda regla, sí, al menos, el apoyo necesario para salvarse en un Parlamento de 120 escaños, donde, con todas las defecciones de los que le niegan el voto a causa del plan de retirada, apenas cuenta con 45 sufragios. Y esa salvación parece que sólo existe entre los 19 diputados laboristas, de los que la facción próxima a Simón Peres lo que más desea es poder tocar de nuevo una cartera ministerial.

En una realidad política en la que, por otra parte, la derecha religiosa hace profesión de alquilar sus escaños por subsidios y privilegios de todo tipo, Ariel Sharon es más que probable que logre salvar la cara mientras afuera arde Roma. Aunque la Operación Días de Penitencia, el más letal asalto en cuatro años, que ha asolado la franja de Gaza con la muerte de más de 100 palestinos y la demolición indiscriminada de docenas de casas, parece finalizada después de más de dos semanas, Jerusalén promete una penitencia aún mucho más dura si prosigue el lanzamiento de cohetes palestinos contra objetivos israelíes.

En esa atroz tesitura, sin embargo, algunos profesionales israelíes tienen preocupaciones que expresar. Un reciente informe del Ministerio de Exteriores alerta contra el peligro de que el país se convierta en un Estado-paria, una nueva Suráfrica, a la que todo el mundo, menos la fidelísima Casa Blanca, vuelva la espalda. Y para ello sugiere que se reparen los puentes de diálogo con Europa, lo que, no por casualidad, coincide con el deseo israelí de revisar al alza su relación comercial con el Viejo Continente. Sea como fuere, ésta puede ser una oportunidad de oro para que la UE se reinserte en el proceso de paz. Europa ha de apoyar la retirada y saber ofrecer, pero también exigir, a cambio. Sin fantasías, con realismo, para pedir que, de una vez, vuelva el diálogo. Y si no, no hay acuerdo.

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