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Reportaje:

Una ola de despidos se cierne sobre Alemania

Las grandes compañías intentan rebajar los salarios, aumentar la jornada laboral y arrinconar a los sindicatos

El anuncio de un plan de 10.000 despidos en las factorías de Opel en Alemania no es un hecho aislado, sino un hito más en una cadena de crisis empresariales. Las grandes empresas, al amparo de la globalización y de los bajos costos salariales en los países vecinos, se han lanzado a una carrera desenfrenada para imponer recortes de sueldos, aumentar la jornada laboral, quebrar el poder de los sindicatos y en definitiva abrir las puertas a una americanización de las relaciones laborales en un país que vivió durante décadas en un clima de paz social y auge del Estado de bienestar.

Como estaciones de un penoso viacrucis, las noticias de crisis empresariales se suceden desde hace meses en Alemania. El guión suele repetirse y parece una película ya vista. La dirección de la empresa anuncia la necesidad de reducir costos ante las pérdidas o reducción de beneficios en la cuenta de resultados. El personal tendrá que contribuir a este recorte con renuncias salariales o/y aumento de jornada laboral, sin contraprestación salarial. Si no se aceptan estas condiciones, la dirección de la empresa se verá obligada, por supuesto "con harto dolor de corazón", a trasladar fábricas o partes de la producción a alguno de los países vecinos del este de Europa donde los costos salariales son cinco o seis veces menores, los impuestos mucho más bajos y las exigencias burocráticas y medioambientales casi inexistentes.

Desde que el año pasado el sindicato IG Metall perdió la huelga por las 35 horas, la patronal parece haber olido la sangre de la fiera herida
En Alemania se vive estos meses el canto del cisne de un modelo de capitalismo con rostro humano. Flota la sensación de fin de una época

Este esquema se ha repetido varias veces. El vicepresidente del poderoso sindicato IG Metall, Berthold Huber, comentaba con amargura estos días que los patronos parecen haberse puesto de acuerdo en sacar un bote de 500 millones de euros en la lotería de la crisis.

Esa cifra más o menos se manejó en las de Opel, la de DaimlerChrysler y la de Karstadt. El mismo día que estallaba la crisis de Opel se cerró la de Karstadt, la cadena de grandes almacenes que da empleo a unas 100.000 personas repartidas por toda Alemania. El plan inicial de cerrar varios comercios y despedir a 10.000 trabajadores quedó recortado tras una negociación maratoniana de 30 horas entre la dirección y los representantes sindicales.

El resultado se ajusta al guión. No habrá despidos, sino un plan para suprimir 5.500 puestos de trabajo en tres años de forma "socialmente soportable". A cambio, los asalariados se verán obligados a aceptar "dolorosos recortes": supresión de pluses salariales, renuncia a aumentos de sueldo en tres años y cambio de la paga de vacaciones y tal vez la de Navidad por vales para adquirir productos de la empresa. Desenlaces similares al de Karstadt se dieron ya en las crisis de Siemens, DaimlerChrysler y se ciernen sobre las todavía abiertas de Opel y Volkswagen. Al final, a los sindicatos y los trabajadores sólo les queda aceptar las condiciones impuestas con tal de no perder para siempre el empleo.

Las crisis y anuncios de despidos masivos de estos últimos días han hecho cundir la alarma. El poderoso Bild Zeitung, 4 millones de tirada y 12 de lectores cada día, apareció ayer con un titular que sobre un fondo amarillo ocupaba seis de sus ocho columnas de la primera plana: "¡La ola de despidos, cada vez más dramática! Ahora también Schlecker y Spar". Seguía otro titular mayor entre signos de interrogación: "¿Habrá pronto cinco millones de parados?". La casi totalidad de los programas de debates de hoy, domingo, en las cadenas de televisión están dedicados al tema.

La psicosis de crisis se extiende por Alemania, unida al miedo generalizado a perder el puesto de trabajo y caer en las redes de una seguridad social que a partir de enero, merced a los recortes sociales que entrarán en vigor, ha perdido buena parte de su tradicional consistencia.

Desde que el año pasado el poderoso sindicato IG Metall perdió la huelga por las 35 horas semanales en el este de Alemania, la patronal parece haber olido la sangre de la fiera herida. La llamada globalización, la ampliación de la Unión Europea al este y la posibilidad de pagar, como en el caso de Opel en Polonia, un salario de siete euros por hora por la misma fuerza laboral que en Alemania cuesta 33 ha dejado a los empresarios con la sartén por el mango y el mango también.

El dirigente sindical Huber declaraba con motivo de la crisis de Opel que había que hacer ver a la General Motors que "esto no es Tejas". No lo es, pero lleva camino de serlo. En Alemania se vive estos meses el canto del cisne de un modelo de capitalismo con rostro humano, el que durante cuatro décadas construyeron unos partidos políticos y unos sindicatos defensores de la economía social de mercado. Flota en el ambiente la sensación de fin de una época.

Mientras, el conflicto desatado por los planes de despido de General Motors continúa. La planta de Opel en Bochum (que suministra componentes a fábricas en el Reino Unido, Polonia y Bélgica) amenaza con paralizar buena parte de la producción europea del grupo, tras haber entrado en el tercer día de huelga para protestar por los recortes de personal anunciados por este grupo.

Desde el pasado jueves, cuando GM comunicó las drásticas medidas para sanear su cuenta de resultados en Europa, no han salido más automóviles de los modelos Astra y Zafira de esta cadena de montaje, pese a los llamamientos de la dirección de Opel y políticos alemanes para que vuelvan a sus puestos de trabajo.

[En España, donde General Motors prevé despedir a 600 empleados de la planta de Figueruelas (Zaragoza), el ministro de Industria, José Montilla, pidió ayer que "no se dramatice la noticia" del impacto que tendrá el plan de despido en la factoría de Opel. En opinión del ministro, la cifra de despidos será "menor" en la planta de Zaragoza en comparación con otros países, por lo que "no hay razones para ser pesimistas a corto plazo", según declaraciones recogidas por Efe TV.

El ministro puso de relieve que el sector de la automoción en España se encuentra en muy buena situación al haber conseguido en los primeros ocho meses del año "un récord" en la exportación de vehículos].

Miembros del comité de empresa de la factoría de Opel en Bochum (Alemania) informaban ayer a los empleados, que siguen en huelga.
Miembros del comité de empresa de la factoría de Opel en Bochum (Alemania) informaban ayer a los empleados, que siguen en huelga.EFE

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