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Entrevista:FRANCESC VENDRELL | REPRESENTANTE ESPECIAL DE LA UE PARA AFGANISTÁN | ENTREVISTA

"Hay que mantener presencia militar en Afganistán bastante tiempo"

Ángeles Espinosa

La primera elección presidencial en Afganistán constituyó un momento histórico que ningún diplomático acreditado en Kabul quiso perderse. En el caso de Francesc Vendrell (Barcelona, 1940), representante especial de la Unión Europea, había algo más que interés profesional cuando el pasado día 9 salió a recorrer colegios electorales. Los días anteriores, Vendrell había planeado con su equipo la distribución por Kabul y alrededores. Cuando llegó al colegio electoral instalado en la Universidad de Kabul, las sospechas de que la tinta indeleble que debía impedir los votos múltiples se borraba con facilidad le hicieron cambiar todos sus planes. Vendrell metió el pulgar de su mano derecha en el bote de tinta y pasó buena parte de la mañana tratando de limpiar la mancha mientras trabajaba, junto a otros diplomáticos, para resolver la crisis. "Afortunadamente, el proceso de Bonn está aún vivo y la comunidad internacional sigue teniendo un papel importante", admite días después, cuando el diálogo ha logrado evitar que la oposición utilizara los errores con la tinta para boicotear el proceso.

"Se necesita la presencia de la OTAN, y, en consecuencia de la UE, en varias partes de Afganistán, no sólo en Kabul y no solamente durante las elecciones, para dar seguridad"
"Al Qaeda y los talibanes, que han sufrido un serio revés con la masiva participación de los afganos en las elecciones, continúan representando un gran peligro"
"Las elecciones son compatibles con los estándares internacionales. Fue impresionante el número de afganos, y hasta cierto punto de afganas, que acudieron a votar"

Pregunta. ¿Podemos calificar las pasadas elecciones presidenciales de homologables?

Respuesta. Tenemos que esperar al recuento antes de cantar victoria, pero yo diría que son compatibles con los estándares internacionales para que unas elecciones tengan credibilidad. Sin duda, tienen credibilidad entre los afganos. Fue impresionante el número de afganos, y hasta cierto punto de afganas, que acudieron a votar. Además, el nivel de violencia, ya sea por parte de talibanes, señores de la guerra o jefes militares locales, parece haber sido mínimo.

P. ¿Cuál ha sido el alcance real de las irregularidades que dieron pie a la amenaza de boicoteo?

R. Esto lo ha de decidir el comité independiente de expertos que se acaba de crear. Mi impresión es que no va a empañar el resultado final de las elecciones. El problema central, e inesperado, ha sido el asunto de la tinta, y los responsables deberían sin duda ser sancionados. Lo que ocurrió creó una impresión de que iba haber fraude, sobre todo entre los candidatos de la oposición, que ya estaban programados hasta cierto punto para sospechar. Estoy convencido, aunque esto lo tendrán que determinar los expertos, de que no fue algo intencionado.

P. ¿Exageraron entonces los candidatos?

R. No. Considero que estaban convencidos de que era un problema muy grave. Yo mismo lo creí así al principio. No obstante, cometieron un error. Crearon un estado psicológico en el que entre sí se fueron animando hasta concluir que debían llamar al boicoteo del escrutinio. Esto ocurrió a las 12.30 del mediodía, cuando ya la mayoría de los electores habían votado, y parece que muy pocos afganos se percataron de que se había hecho ese llamamiento o lo siguieron. En cualquier caso, les salió el tiro por la culata porque los únicos que se podrían haber desanimado y decidido no votar serían los partidarios de los opositores, lo que puede haber motivado que hayan recibido menos votos.

P. Usted participó muy directamente en la mediación para evitar que la crisis diera paso al desastre.

R. No es que yo tratara de mediar; lo que traté es de utilizar mi amistad con [Yunus] Qanuni, y con otros candidatos, para intentar calmarles y ver de qué forma podían echar marcha atrás, sin necesariamente perder la cara. Conseguí que los compromisarios de la oposición volvieran a observar el proceso porque de nuevo aquí el peligro estaba en que, si se retiraban del proceso y no tenían observadores, podrían haber tenido más argumentos para cuestionar el proceso. Después apoyé su petición de que hubiera un comité independiente, porque en casi todos los procesos electorales hay un tribunal de apelación para recibir quejas sobre la conducción de las votaciones, y la Comisión Electoral Conjunta, en mi opinión, no podía ser juez y parte. El tercer problema, sobre el que el propio Qanuni se percató que no era realista insistir, era su petición de que se reabrieran los colegios electorales en tres provincias concretas en las que él decía que, en parte por el llamamiento al boicoteo y en parte por la nieve, muchos votantes no habían podido depositar su papeleta. Hubiera abierto la caja de Pandora. Si Naciones Unidas o la Comisión Electoral hubieran reabierto las votaciones en ciertas provincias, el resto hubiera solicitado lo mismo y de inmediato se hubiera pensado en que había un arreglo por debajo de la mesa para aumentar los votos de ciertos candidatos opositores. Me alegro mucho de que Qanuni haya desistido y aceptado el comité de expertos.

P. ¿Por qué fue tan difícil en el último momento que la Unión Europea nombrara un especialista electoral para ese comité?

R. No ha sido tan difícil. Lo que pasa es que los expertos que podíamos aportar no estaban aquí, estaban en Europa. La idea de que la UE nombrara a alguien surgió el domingo por la noche y hemos hecho lo máximo en 48 horas. Hay que precisar que, aunque nosotros le nombremos, es un experto independiente de la UE.

P. ¿No existe el riesgo de que los candidatos hayan cedido ahora ante la presión internacional y que luego contesten los resultados si no les acomodan?

R. Sin duda es posible. Si los candidatos reciben menor porcentaje de votos del que esperan, y aquí en Afganistán la gente es muy optimista respecto de sus propias perspectivas, seguro que refunfuñan y tal vez hasta digan que hubo trampa. Aun así, no creo que esto impida que el voto sea considerado como genuino por la mayoría de los afganos.

P. ¿Es el esfuerzo de reconstrucción lo suficientemente sólido para crear un Estado creíble y libre de terrorismo en los pocos años que quedan antes de que los donantes se olviden del país?

R. No me gusta ser profeta y no me atrevería aún a decir que este proceso es irreversible. En los últimos tres meses se han dado tres pasos muy importantes: Que Karzai no incluyera a [Mohamed Qasim] Fahim como candidato a la vicepresidencia; que forzara la dimisión del gobernador de Herat, Ismail Jan, y ahora, estas elecciones, que han ido mucho mejor de lo que se podía esperar. Hay que dar nuevos pasos. Continúa habiendo comandantes, señores de la guerra y líderes muyahidin que no creo que estén convencidos de la bondad de la democracia. Queda por hacer, sobre todo, la construcción de instituciones nacionales que superen al paso transitorio de personas. Me refiero al Ejército, a la Policía, a una Administración del Estado apolítica y profesional, y, sobre todo, a un poder judicial digno de este nombre.

P. Para lograr esos objetivos, ¿qué tiene que seguir aportando la comunidad internacional?

R. Debe continuar el apoyo financiero que está dando, yo diría masivamente porque en la Conferencia de Berlín del mes de abril se prometieron 8.200 millones de dólares para dos años y medio. Y la UE aporta un 40% del total. En segundo lugar, hay que mantener la presencia militar en este país aún bastante tiempo. Por un lado, la presencia de la coalición que lidera EE UU en contra de Al Qaeda y de los talibanes, que aunque han sufrido un serio revés con la participación de los afganos en las urnas, continúan representando un peligro. Y, por otro lado, se necesita la presencia de la OTAN, y en consecuencia de la UE, en varias partes de Afganistán, no sólo en Kabul y no solamente a raíz de las elecciones, sino durante un cierto periodo de tiempo, para dar seguridad al país.

Francesc Vendrell, en su despacho de Kabul.
Francesc Vendrell, en su despacho de Kabul.DANNY WILCOX FRAZIER

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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