Para Canadá, su gran vecino ya no es un modelo de democracia
Las pistas de hockey de Canadá nunca han tenido fama de ser foros de malestar político. Por eso, cuando, el año pasado, los aficionados de Montreal empezaron a abuchear el himno nacional estadounidense antes de que los equipos pisaran el hielo, era evidente que se trataba de algo más que unos cuantos alborotadores que expresaban su descontento.
Nuestros sentimientos respecto a EE UU -y no simplemente respecto a las autoridades de Washington- habían cambiado oficialmente. La hostilidad general hacia la política beligerante de Bush había adoptado una imagen indiscutiblemente antiamericana. No es de extrañar que los canadienses tengan una opinión mucho mejor de John Kerry (56%) que de George W. Bush (23%); especialmente en Quebec, una provincia socialdemócrata y con gran presencia de los sindicatos. EE UU ya no es un modelo de democracia y la gran mayoría del país cree además que ejerce demasiada influencia en los asuntos internacionales. Pese a todo, los canadienses no olvidan que deben su prosperidad a los estadounidenses.
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