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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Fernando Sabino, escritor brasileño

Juan Arias

Fernando Sabino, el autor de la famosa novela Encuentros marcados, con 77 ediciones sólo en Brasil, falleció el lunes pasado en Río de Janeiro, la víspera de cumplir 80 años, tras haber luchado durante dos años con un cáncer de esófago.

Con más de cuatro millones de libros vendidos, el minero Sabino, enraizado en Río desde los 21 años, es quizás el escritor más leído en las escuelas y uno de los que han dejado huella profunda en la literatura brasileña, a pesar de haber publicado prácticamente sólo una gran novela.

Sabino ha sido llamado "el último minero del Apocalipsis", nombre dado por Carlos Drummond de Andarade, a él y a otros tres escritores mineros (Otto Lara Resende, Hélio Pellegrino y Paulo Mendes Campos),que hicieron historia. "No sé si llamaros los cuatro caballeros de la Tabla Redonda o los cuatro jinetes del Apocalipsis, ya que todos teníais la tarea de recuperar la inocencia perdida y de volver a mirar al mundo con los ojos de quien ve la vida por primera vez", dijo un día Carlos Drummond a Sabino.

Además de fecundo escritor, sobre todo de crónicas que forman una especie de gran catedral, Sabino fue también editor y cineasta. Fundó la editorial Sabiá, que publicaba obras clandestinamente durante la dictadura y que acabó vendiendo después de haber publicado sobre Dom Helder Cámara, Che Guevara y Chico Buarque, entre otros autores revolucionarios. Fundó también la casa cinematográfica Bem-te-vi con el cineasta David Neves.

Sabino, que dejó escrito para su epitafio: "Nací hombre y muero niño", fue uno de esos escritores que nunca perdió la esperanza de la inocencia a pesar de ser un autor crítico y sin concesiones. Huía de toda veleidad y vanidad sociales, no concedía entrevistas, viajaba en autobús, le gustaba conversar con la gente más humilde y la única forma de alcanzarlo, pues ni respondía al teléfono, era cruzarse con él en la calle cuando paseaba a lo largo de la playa de Copacabana, en Río.

Sabino, que solía decir "que no existe buen escritor sin ser contestatario", falleció en su casa, en la calle Canning, rodeado por sus seis hijos. A su velatorio acudieron todos sus viejos amigos y escritores como Moacyr Wernec, Ziraldo, Afonso Romano y numerosos periodistas. Fue enterrado el martes, fiesta nacional en Brasil.

Carlos Heitor Cony, uno de los mayores novelistas actuales, dijo anteayer que la obra de Sabino "fue definitiva para la literatura brasileña" y el presidente Luiz Inácio Lula da Silva envió a su familia un mensaje en el que afirma que el escritor "continuará vivo en sus escritos y en la memoria de todos los brasileños".-

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