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Dos atentados suicidas con coches bomba causan una decena de muertos en Bagdad

Rumsfeld asegura en Irak que no habrá reducción de tropas antes de las elecciones de enero

Al menos 10 personas murieron, entre ellas un soldado de EE UU, y otras 16 resultaron heridas ayer al estallar dos coches bomba en el centro de Bagdad pocas horas antes de que el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, visitase por sorpresa la capital iraquí. El primer atentado suicida se produjo cerca del Ministerio del Petróleo y de una academia de policía, alrededor de las siete de la mañana. El segundo atentado se produjo en el este de Bagdad al estrellar el suicida el coche bomba que conducía contra un convoy de las tropas estadounidenses.

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Un portavoz militar, Assem Jihad, cifró inicialmente el número de víctimas del primer atentado en 17. Al parecer, el coche bomba estalló antes de alcanzar la academia de policía, donde hacían cola los nuevos reclutas. "La mayoría de los muertos son transeúntes, incluyendo siete mujeres", añadió Jihad. Posteriormente, un funcionario del Ministerio del Interior dijo que los investigadores estaban aún decidiendo si la explosión había sido causada por una bomba o por un misil, y rebajó el número de víctimas a seis. Finalmente, la policía iraquí y Jihad coincidieron en que los fallecidos eran 10 y en que al menos otras 16 personas resultaron heridas.

La explosión dejó un cráter de un metro de profundidad cerca del Ministerio del Petróleo, el único protegido por los soldados de Estados Unidos desde que entraron en la capital iraquí en abril de 2003 y el único edificio oficial que se salvó de la ola de saqueos que sacudió Bagdad en las semanas posteriores. Pocas horas después de los atentados llegaba a Bagdad Donald Rumsfeld, quien mantuvo reuniones por separado con los jefes militares norteamericanos, el embajador de EE UU en Bagdad, John Negroponte, y el primer ministro iraquí, Iyad Alaui.

"Esperamos que el nivel de violencia y las dificultades aumenten antes de las elecciones de enero", afirmó el secretario de Defensa norteamericano. "Por tanto, no creo que vaya a haber una reducción de las fuerzas estadounidenses y de la coalición entre ahora y febrero", añadió. "Una victoria de los extremistas significaría que Irak se convertiría en una base de entrenamiento, planificación

de atentados y operaciones para los que atacaron EE UU el 11-S", dijo Rumsfeld, que antes dirigirse a Bagdad había visitado una base militar norteamericana en el noroeste de Irak.

Ante una audiencia integrada por 1.500 marines, Rumsfeld, de 72 años, afirmó que EE UU y sus aliados estaban comprometidos en una "prueba de voluntades" con los insurgentes iraquíes. "Ellos saben que no pueden derrotarnos militarmente, pero esperan ganar la prueba de voluntades. Es una batalla moral. Están buscando que los miembros de la coalición decidan que el dolor, la fealdad y la dificultad de la prueba es simplemente demasiado grande", añadió.

Rumsfeld negó cualquier reducción del número de tropas norteamericanas y expresó su confianza en contar con 150.000 policías iraquíes debidamente entrenados para enero. Sólo en el caso de que se estabilizase la situación en Irak tras la celebración de las elecciones y cesara la violencia, contempló la posibilidad de que los países miembros de la coalición internacional redujeran sus fuerzas militares.

La última visita del secretario de Defensa de EE UU a Irak se produjo el pasado mes de mayo en medio del escándalo de las torturas en la siniestra prisión de Abu Ghraib de Bagdad. La de ayer es su sexta visita al país desde la invasión de marzo de 2003. EE UU cuenta actualmente con 138.000 soldados en Irak. El resto de los aliados suman unos veinte mil.

Cinco días para el desarme

La posibilidad de que las elecciones finalmente se celebren fue reforzada tras el acuerdo alcanzado el sábado por las milicias del clérigo radical chií Múqtada al Sáder para entregar las armas y la declaración de un grupo de representantes suníes de la ciudad rebelde de Faluya, a 60 kilómetros al oeste de Bagdad, en la que expresan su deseo de participar en las elecciones. Asimismo, manifestaron su disposición a firmar una tregua con el Gobierno iraquí si las tropas de EE UU se mantienen fuera de la ciudad.

El Gobierno interino iraquí dará a las milicias chiíes de Al Sáder cinco días para entregar las armas, informó ayer el consejero de Seguridad Nacional, Kassim Daud.

El Ejecutivo iraquí, agregó, se ha comprometido a invertir 500 millones de dólares en la reconstrucción de Ciudad Al Sáder, la miserable barriada chií del sur de Bagdad, devastada por los combates con las fuerzas norteamericanas.

Por su parte, el gran ayatolá Alí Sistani, la máxima autoridad religiosa chií, insistió ayer en la celebración de las elecciones en la fecha prevista, dijo ayer Fuad Massum, presidente del Consejo Nacional Iraquí, que se entrevistó con él en la ciudad santa de Nayaf.

Una mujer iraquí llora sobre el cadáver de su hijo, muerto en uno de los atentados de ayer en Bagdad.
Una mujer iraquí llora sobre el cadáver de su hijo, muerto en uno de los atentados de ayer en Bagdad.ASSOCIATED PRESS

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