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Masajes para todos

Los masajes están de moda y al alcance de todos; sin embargo, a la sombra de su éxito surge la picaresca. Saber qué tipo de masaje es el más conveniente para cada problema e informarse de la capacitación de quién los da son la única garantía para acertar.

La presión más o menos intensa sobre determinadas zonas del cuerpo, especialmente la masa muscular, es una de las prácticas curativas más antiguas que existen. En los últimos años, el masaje está experimentando un auténtico boom sociológico. Ahora cualquier bolsillo puede llamar a las mil y una puertas del masaje de masas. Desde los conocidos masajes a mil, con tratamientos desde cinco euros, hasta los masajes on site, que se reciben sin moverse de la oficina. Sin olvidar el concepto de spa (del latín sanitas per aqua), entendido como espacio cotidiano en el que es posible olvidar el estrés y que va unido al estilo de vida moderno.

Mónica Ceño, propietaria de The Lab Room (Madrid) y una de las pioneras en la creación de este tipo de espacios, está de acuerdo en que existe un boom, aunque cree que es más bien "el boom del ordenador". "La necesidad de recibir masajes es una consecuencia del estilo de vida que llevamos: muchas horas sentado, malas posturas… La gente, cuando está tranquilamente tumbada en la playa no tiene problemas de estrés". Ese estrés que Carmen Navarro, reconocida esteticista con más de 30 años de trayectoria profesional, reconoce todos los días en sus clientes. "Todo se ha deshumanizado. La gente está falta de cariño. Y el masaje, tal y como yo lo entiendo, no sólo nos trabaja a nivel externo, sino también psicológico, produciendo emociones y sentimientos que nos relajan y hacen sentir mejor".

Pero este frenético ritmo de vida no sólo está engordando la lista de clientes de los centros especializados en masajes relajantes, sino que también ha llevado a muchas personas a reclamar los servicios terapéuticos de profesionales a nivel médico. "La mentalidad está cambiando. Ahora, aquello de 'tienes 58 años, ¿cómo no te va a doler nada?' se está dejando atrás", explica Javier Sainz de Murieta, decano del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.

La gente quiere estar bien, y la demanda de bienestar es tan alta que bajo su seno acoge todo tipo de centros especializados en masajes. Y no siempre a cargo de los profesionales adecuados. Para Sainz de Murieta, la primera distinción es clara: "Con el masaje estético o relajante no hay problema; pero si hay patología -por ejemplo, una contractura o un dolor muscular-, hay que ir al fisioterapeuta. Para nosotros, unir patología y masaje es caer en el intrusismo".

No se puede hacer un masaje porque sí, cada cliente debe saber qué es lo que demanda. Y una vez que se sabe lo que se quiere, el siguiente paso es saber quién puede satisfacer esa necesidad. Para dolores y contracturas, lo más indicado es acudir al fisioterapeuta; pero si lo que se busca es un masaje relajante, que nos desenchufe por un rato de la sociedad de las prisas, la oferta es amplia. Aquí se recogen algunos de los tratamientos más populares.

Masaje sueco. Es el principal exponente del masaje europeo tradicional, y se basa en los conceptos convencionales en Occidente de fisiología y anatomía. En la actualidad es, probablemente, la técnica de masaje más empleada. Se suele aplicar con aceites -aunque, en su versión más ortodoxa, se puede emplear alcohol- y movimientos muy vigorosos que algunas personas puede que no toleren bien.

Las manipulaciones básicas del masaje sueco son el effleurage o rozamiento (movimientos largos y deslizantes de la mano entera); el amasamiento o petrissage (movimientos de compresión y estiramiento); las fricciones, profundas y circulares; el tapotement o palmoteo, a modo de percusión, y la vibración (sacudidas rápidas). Resulta muy útil para estimular la circulación y relajar los tejidos tensos. A menudo se recomienda tras la práctica de ejercicios fuertes, para ayudar a la eliminación del ácido láctico acumulado en los músculos.

Drenaje linfático manual. Consiste en un suave masaje que, actuando directamente sobre el sistema linfático, elimina toxinas, depura e incluso ayuda a deshacer nódulos de grasa. La circulación linfática transporta la linfa desde los tejidos hasta el torrente sanguíneo; muy rica en glóbulos blancos, una de sus principales funciones es la de oxigenar y nutrir a las células, llevándose toxinas y materiales de desecho. Una especie de equipo de limpieza interno que además es uno de los principales componentes del sistema inmunológico.

Fue un científico danés, Emil Vodder, quien descubrió en 1933, junto a su mujer, Estrid, las posibilidades en el campo de la salud y la belleza de la estimulación manual de la linfa. Efectivamente, actúa sobre los nódulos de celulitis; pero, como anticelulítico, es un tratamiento muy a largo plazo, cuyos efectos se quedan en poco si no se complementan con una dieta sana y ejercicio. Aunque es extensivo a todos los tratamientos, en el caso de esta técnica es más importante, si cabe, prestar atención a la cualificación del profesional que la aplica. "El drenaje linfático es terapéutico en sí mismo", advierte el fisioterapeuta Javier Sainz de Murieta. "Al masaje hay que ponerle apellido, pero el drenaje linfático alude directamente a la linfa. Si no hay patología (por ejemplo, algún problema cardiovascular), no tiene por qué pasar nada, el riesgo es muy pequeño; pero si hay un problema, puede ser grave, ya que al drenar se pueden extender las células dañadas por el resto del organismo".

Reflexología. Alrededor del año 2700 antes de Cristo aparece en China el primer documento en el que se habla del masaje reflejo, una técnica consistente en la estimulación de distintos órganos y partes del cuerpo mediante la manipulación de otras zonas, a menudo muy alejadas. Todos los elementos de una zona están vinculados entre sí y pueden afectarse mutuamente. Enseguida se centró en las manos y sobre todo en los pies, creándose mapas zonales que representaban todo el cuerpo en la planta del pie: nacía la reflexología podal.

Esta técnica cuenta cada vez con más adeptos: desde las que se someten al masaje reflejo convencidas de que puede aliviar, por ejemplo, los molestos dolores menstruales, hasta los que, simplemente, se relajan mediante un suave masaje en los pies, ya que la reflexología es un tratamiento muy indicado para combatir el estrés y la ansiedad.

'Shiatsu'. Esta técnica oriental, cuyo nombre procede de la combinación de los vocablos japoneses shi (dedo) y atsu (presión), consiste en un masaje a base de presiones con los dedos y con las palmas, combinado con pequeños estiramientos y manipulaciones articulares.

Después de una sesión de shiatsu, que suele durar entre 45 y 60 minutos, es posible alcanzar un alto grado de relajación. Aunque son muchos los que defienden sus propiedades terapéuticas, en opinión de la esteticista Emma Saurina, "si tienes un dolor fuerte e importante, no se va a ir; pero si lo que necesitas es un relax total, vas a salir como si hubieras descansado 20 horas seguidas".

'Watsu'. Del inglés water (agua) y de la técnica japonesa del shiatsu toma su nombre este método, que combina el masaje shiatsu con estiramientos suaves y movimientos rítmicos en el agua semejantes a una danza. A pesar de su relativa juventud, goza de gran popularidad internacional gracias a sus poderosos efectos relajantes.

Una sesión de watsu suele durar unos 60 minutos, y se recibe en flotación, con el agua a la altura del pecho. Se aprovecha la ligereza del cuerpo en el agua para movilizar las articulaciones y liberar tensiones en la columna vertebral. La temperatura del agua (unos 35 grados) contribuye a estimular el flujo sanguíneo y la sensibilidad de los tejidos, incrementando la relajación.

El telemasaje

Esta práctica, importada de Estados Unidos, es un servicio para empresas que consiste en llevar el masaje al lugar de trabajo. Se imparte en sesiones breves (entre 15 y 30 minutos), y se centra en espalda, cuello, cabeza, hombros y brazos, las zonas más castigadas por el trabajo de oficina.

El masaje se realiza sobre camillas portátiles, y la empresa debe ceder una sala y conceder a los trabajadores tiempo libre suficiente para el masaje. "Evidentemente, la empresa asume un gasto, pero es perfectamente equiparable a una inversión, ya que va a repercutir en menor número de bajas laborales y mayor efectividad en el trabajo", afirma Rubén Lago, fisioterapeuta y gerente de Mundo Salud, una de las pocas empresas que ofertan el 'on site' en nuestro país. "Además, también se asesora a los trabajadores con vistas a la prevención de problemas musculares", concluye.

En buenas manos

Un masaje terapéutico sólo puede administrarlo un fisioterapeuta. Las manipulaciones precisas para tratar con éxito lumbalgias, contracturas

o esguinces (por no hablar de dolencias más graves) requieren conocimientos de anatomía y fisiología que sólo se obtienen tras el paso por la universidad. En manos no cualificadas, los beneficios pueden transformarse en complicaciones. Además, el masaje terapéutico puede estar contraindicado. Es preciso contar con el diagnóstico y la prescripción del médico antes de recibirlo.

"El público, en general, sabe muy poco sobre quién está o no cualificado para dar un determinado masaje", asegura Javier Sainz de Murieta, decano del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid. "El fisioterapeuta es un diplomado universitario, ha estudiado a fondo anatomía y fisiología, y tiene capacidad legal para el tratamiento de pacientes. Luego hay meros masajistas, buenos y malos. Cada uno puede escoger lo que quiera, pero sabiendo lo que hay, para que no se haga negocio a costa del desconocimiento", añade.

Para no correr riesgos, antes de tratarse una dolencia no repare en solicitar el título al profesional e incluso comprobar la veracidad de su número de colegiado. Lejos de molestarse, el verdadero profesional estará encantado de que muestre interés por ponerse en buenas manos. Y pida siempre factura. Le servirá como prueba si más tarde tiene que hacer alguna reclamación.

Masaje infantil

"El masaje infantil es básicamente caricias, pero con un poquito más", afirma la psicóloga infantil Ana Fernández, formadora de educadores en esta materia para la Asociación Internacional de Masaje Infantil. El masaje de padres a hijos no requiere aprender una técnica compleja ni tiene fines terapéuticos, aunque ayuda a estimular el sistema nervioso, el respiratorio o el digestivo. Es, en esencia, "un masaje de contacto, de comunicación y de relación con el niño a través de su cuerpo y del tacto", apunta la psicóloga, y, en este sentido, "un vehículo muy eficaz -ya que los niños tienen muy desarrollado el sentido del tacto- para establecer con ellos un vínculo afectivo fundamental en las primeras etapas de la vida".

Si bien nunca es tarde para comenzar a practicar el masaje infantil, es preferible hacerlo desde las primeras semanas. Hay que trabajar gradualmente, sin forzar, incrementando paulatinamente las zonas de aplicación del masaje a medida que el niño se vaya acostumbrando. Un buen punto de partida son las piernas, zona poco vulnerable en la que suelen aceptar el contacto con facilidad. Transcurridos unos días se puede pasar a regiones más sensibles, como el vientre o el pecho, "respetando mucho, en todo momento, lo que quiere el niño", explica Fernández. "Ellos saben decidir sobre su cuerpo y nos darán permiso para tocarlo o no".

Para su aplicación se recomienda el uso de aceites vegetales (almendras dulces, avellanas, sésamo…), y bastará con unos 20 minutos.

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