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Crónica:NACIONAL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cataluña, laboratorio del PP

Francesc Valls

La reforma del estatuto catalán continúa su particular singladura con un hecho que no deja de ser paradójico: el Partido Popular ve los trabajos "muy positivos y alejados de maximalismos", mientras que el proceso ha pillado a contrapié a Convergència i Unió, que digiere con gran dificultad no llevar el timón del buque insignia catalanista. El pasado miércoles, la ponencia parlamentaria dio luz verde al capítulo de relaciones exteriores de la Generalitat, en el que se establece que el Gobierno catalán podrá suscribir acuerdos internacionales con autorización del Estado. Los populares no ponen pegas a esta tramitación. Incluso han renunciado a hacer casus belli de que en el índice figure el término "nación catalana". De hecho, la participación constante del Instituto de Estudios Autonómicos (IEA), que aporta el material que sirve de base al debate parlamentario, facilita la confianza de los partidos. Carles Viver Pi-Sunyer, director del IEA y ex vicepresidente del Tribunal Constitucional, vela por la legalidad de los contenidos. Pero son los diputados quienes deciden. "No queremos pasar a la historia como los que torpedeamos el estatuto", asegura un dirigente del PP catalán.

"En estos momentos nos está dando más problemas Convergència que el Partido Popular", asegura un dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya

El partido que lidera Josep Piqué, ex ministro de Ciencia y Tecnología, parece haberse convertido en un laboratorio autonómico avanzado para sus correligionarios del resto de España. El tiempo se encargará de poner las cosas en su sitio y medir la magnitud de los cambios que están dispuestos a asumir los conservadores catalanes. Piqué fue claro a la hora de pedir el pasado fin de semana, en el XV Congreso del PP,que el PSOE pactara con los populares las reformas de los estatutos de autonomía, que precisan mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Se trata de hallar una cláusula de seguridad que permita al segundo partido de España mantener el control del nuevo desarrollo autonómico. De momento, no obstante, los populares catalanes muestran un buen talante negociador en la ponencia del estatuto.

En cambio, en CiU no faltan voces partidarias de que no haya nuevo texto si éste "debe ser a la baja", es decir, si no colma sus expectativas políticas.

La aritmética parlamentaria obliga a que dos terceras partes de la Cámara autonómica den el visto bueno al proyecto. Eso incluye en todas las operaciones a la federación nacionalista. La mayoría requerida son 90 diputados de los 135 del Parlamento autonómico, y todas las fuerzas políticas, excepto CiU, suman 89 parlamentarios. "Sería una locura dejar a los convergentes al margen de esta aprobación", afirma un dirigente del PSC.

En el Gobierno tripartito, no obstante, persiste la duda sobre hasta dónde llevará CiU la puja nacionalista en su intento de arrastrar a Esquerra Republicana. Los independentistas de Josep Lluís Carod van a respetar la letra de los pactos del Tinell que fundaron el tripartito catalán, aseguran destacados dirigentes de la formación. "En estos momentos nos está dando más problemas CiU que el PP", asegura un dirigente republicano.

Los convergentes parecen haber reorientado su intención inicial de elevar el listón reivindicativo a cada reunión de la ponencia. A mediados de septiembre, CiU intentó que el debate se situara en el preámbulo del futuro texto, y especialmente en el derecho de autodeterminación. Los restantes partidos -los del tripartito y el PP- se opusieron a ello y lograron mantener el consenso, soslayando confrontaciones.

Momento delicado

CiU se halla en un momento políticamente delicado. El fin del liderazgo de Jordi Pujol y el pase a la oposición han liberado del corsé pragmático a Convergència Democràtica. La sangre vuelve a circular y las reivindicaciones nacionalistas que durante años han aguardado tiempos mejores afloran por doquier: ahora incluso con ocasión de la nueva Constitución europea.

Pero esa nueva situación de libre albedrío comporta sus riesgos para los planes políticos de la federación. "Artur Mas necesita afianzar su liderazgo sobre una militancia que pone más entusiasmo que el electorado a la hora de cargar el acento nacionalista", afirma un histórico de Convergència. Desde Unió Democràtica se comparte en buena medida este diagnóstico. "No recuperaremos ni la centralidad ni la hegemonía con actitudes radicales", apunta un dirigente de Unió. Sin embargo, para el sector soberanista de Convergència está claro que la reforma del estatuto es una ocasión para elevar el listón, "conseguir lo que no logramos en 1980 y poner en contradicción a los socialistas catalanes respecto a los del PSOE", apunta otro dirigente.

El estatuto catalán pondrá así a prueba la flexibilidad de los dos extremos del arco parlamentario: hoy ocupan esas plazas CiU y el PP.

Josep Piqué.
Josep Piqué.

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