Una bomba contra la Embajada indonesia en París deja 10 heridos
Es el primer atentado sufrido por la capital francesa desde 1997
Diez personas heridas -nueve de ellas hospitalizadas-, ninguna de ellas de gravedad, es el balance del atentado vivido, la noche del jueves al viernes, por la Embajada de Indonesia en París. Unos desconocidos depositaron un ingenio explosivo antes de las cinco de la mañana frente a la puerta de entrada de la delegación asiática. La capital francesa sufrió su último atentado de carácter terrorista en 1997.
A las cinco y diez minutos el artefacto estalló, hiriendo a cuatro personas que trabajan y viven en la sede diplomática -los guardianes y sus dos hijos menores-, así como a vecinos de otros inmuebles, casi todos ellos por cortes causados por la rotura de cristales.
Transcurridas más de doce horas tras el atentado, la policía científica sólo podía o quería precisar que el recipiente del material explosivo era una bombona de gas, pero no había revelado ni la naturaleza de la mezcla explosiva ni el tipo de detonador empleado. "La Embajada de Indonesia no había recibido ninguna amenaza. Era objeto del mismo tipo de vigilancia que otras muchas embajadas. Ahora todas ellas verán esa vigilancia reforzada", explicó ayer un portavoz de Interior, mientras el ministro, Dominique de Villepin, subrayaba que "ningún país está al abrigo del terrorismo, ninguno". Anoche el atentado no había sido reivindicado por nadie.
La última vez que París conoció atentados de carácter terrorista fue en 1997, cuando fue atacada una mezquita considerada como poco favorable a los integristas islámicos. En 1995 y 1996 el metro de París había sido escenario de varios atentados realizados a base de abandonar bombas en los vagones. Dichas bombas, que estallaban a partir de un rudimentario mecanismo de relojería, se servían siempre de bombonas de gas. Para la policía francesa es muy precipitado pretender establecer analogías entre ese atentado y otros efectuados por integristas islámicos. "Siempre colocan las bombas en horas y lugares que causen el mayor daño posible, y éste no es el caso de la Embajada de Indonesia", reconocía uno de los agentes de la Brigada Criminal. Lo cierto es que la explosión fue potente, pues destruyó varios coches y provocó en el suelo un cráter de casi 50 centímetros de profundidad.
El presidente, Jacques Chirac, de visita en Vietnam, condenó el acto "con la mayor firmeza", al tiempo que reclamaba "prudencia" para evitar sacar conclusiones precipitadas. El presidente indonesio electo, el antiguo general Susilo Bambang Yudhoyono, dijo confiar en que "el Gobierno francés tome las medidas necesarias para poder entregar los culpables a la justicia".
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