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Paula Morelenbaum combina electrónica y acústica en un disco dedicado a Vinicius

La cantante brasileña presenta 'Berimbaum' en tres actuaciones esta semana en Madrid

Durante un decenio, la cantante brasileña Paula Morelenbaum formó parte de la banda de Antonio Carlos Jobim en giras y en grabaciones. En los últimos años se ha mantenido ocupada cantando junto al japonés Ryuichi Sakamoto y a su marido, Jacques Morelenbaum, chelista y arreglista habitual de Caetano Veloso, en un proyecto casi camerístico, homenaje al maestro Jobim. Berimbaum, su segundo disco como solista, está dedicado por completo a la obra del poeta Vinicius de Morães y lo presentará hoy, mañana y el miércoles día 6 en Madrid (Calle 54).

"Vinicius siempre estuvo presente en mi vida a través de los ojos de Tom [Jobim]", cuenta Paula Morelenbaum (Río de Janeiro, 1962). "Hasta que empecé a prestar atención a sus canciones con Baden Powell, Chico Buarque o Carlos Lyra. Descubrí un mundo diferente y me enamoré", confiesa en entrevista por teléfono desde Italia. Berimbaum debería haberse publicado el año pasado, coincidiendo con el 90º aniversario del nacimiento de Vinicius de Moraes: "Conozco mucho a Luciana [una de las hijas del poeta], que me invitó a dar un recital con canciones de Vinicius", explica la cantante. "Me quedé con muchas ganas de hacerle un homenaje, pero quería radicalizar aquella música que yo había interpretado de una manera más acústica. Quería romper un poco con eso. Pensé en la electrónica porque él era una persona con gran sentido del humor y creo que, de haber estado vivo, le habría gustado esta transformación".

"Las cosas que él decía hace treinta o cuarenta años son plenamente actuales", asegura Paula Morelenbaum. El también poeta Drummond de Andrade escribió en 1980, a la muerte de Vinicius de Moraes, cuya voz puede oírse en Consolação recitando el Soneto do amor total: "Ahora sólo vale la pena hablar de la nostalgia que nos dejó. De aquí a veinte o treinta años, una nueva generación juzgará estética, y no emocionalmente, al poeta, con una libertad que nosotros no somos capaces de tener".

Berimbaum guarda cierto equilibrio entre lo electrónico y lo acústico. En la producción han intervenido Antonio Pinto -que trabajó en las bandas sonoras de Cidade de Deus y Central do Brasil-, Celso Fonseca, Leo Gandelman, Beto Villares y Bossacucanova, pese a lo cual hay una evidente unidad estética. "Creo que, modestia aparte, fue por mi culpa", dice riendo. "A cada uno le ofrecí una canción, pero quien de verdad está presente en toda la producción del disco soy yo".

Paula Morelenbaum cantó durante diez años en el grupo de Antonio Carlos Jobim. "Una maravillosa escuela de música, pero también de vida, porque era una persona muy generosa. Tan especial, tan amado, y al mismo tiempo tan humano. Veía las cosas pequeñas, pensaba en la naturaleza, se preocupaba por el mundo. Nos transmitió humanidad y humildad, más valiosa aún si se tiene en cuenta el tamaño del artista".

Tras la muerte de Jobim, en 1994, se organizaron tributos en varios países. Así nació el Quarteto Jobim-Morelenbaum, con ella y su marido, el chelista Jaques Morelenbaum, más Paulo y Daniel, hijo y nieto, respectivamente, del maestro. "Empezamos a dar conciertos por Europa e incluso llegamos a grabar un disco. Después conocimos a Sakamoto y se me ocurrió que podíamos grabar con él música de Jobim", dice. "Sakamoto estaba loco por Tom desde adolescente, y el hecho de poder tocar su piano fue algo muy emotivo para él". Dos discos -Casa y A day in New York- y tres años de giras del trío acústico Morelenbaum2/Sakamoto, que quedó aparcado hace dos años. "De repente, quise ser más rebelde", asegura riendo.

Paula Morelenbaum, entre Ryuichi Sakamoto (a la izquierda) y Jacques Morelenbaum, en una imagen de archivo.
Paula Morelenbaum, entre Ryuichi Sakamoto (a la izquierda) y Jacques Morelenbaum, en una imagen de archivo.
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