Deberes de aquellos jóvenes
- 1. Te marcharás de casa antes de los 18 años.Antoni Nicolau (Barcelona, 1960), director del Museo de Historia de la Ciudad, lo hizo poco después de cumplir los 17. Y como era corriente entre los de su género no se vio forzado por circunstancias especialmente agobiantes. Al fin y al cabo su familia era laica, con un estupendo punto anticlerical, y el padre había sido voluntario en la Guerra Civil en una columna de la Juventud Socialista Unificada. Gente que podía comprender. La figura del padre no dejó de crecer a lo largo de toda su infancia. Había, además, alguna circunstancia objetiva. Los domingos por la noche iban los tres, padre, madre e hijo, a la estación del Clot, a despedirle. Él trabajaba de camionero y se pasaba la semana fuera. Esa vida tenía un punto fijo de tristeza y el padre un tratamiento de deseado.
A Nicolau y sus compañeros de facultad se les ocurrió recoger la historia de la Guerra Civil de labios de antiguos combatientes
- 2. Vivirás al borde de la carretera. Después de compartir, siendo adolescente, un piso con algún amigo, pasó a vivir en una vieja casa de la carretera de Horta a Cerdanyola. Un lugar recogido. Ella ya tenía una hija. Pero este tipo de parejas difíciles daban densidad al tiempo y libraban la conciencia del ocio del amor y de su extensa vulgaridad burguesa.
- 3. Estudiarás y trabajarás y no sabrás distinguir lo uno de lo otro.
Empezó Historia porque el pueblo que la olvida está condenado a repetirla y porque estudiar Historia proporcionaba la enfática sensación de construirla. Al tiempo daba clases de recuperación, márquese esta palabra, en una escuela que se llamaba Pompeu Fabra, márquese igualmente. Pero no estaba llamado para la enseñanza, eso pensaba. Demasiadas cláusulas.
- 4. Militarás. Desde 1974 era comunista encuadrado. Primero en las Juventudes y después en el partido. El enganche se había producido en el Instituto Sant Josep de Calasanç, donde se hizo hombre. Está claro que lo mejor estaba allí, entre los comunistas, y que estar entre ellos significaba estar entre lo mejor. Esta sentencia es compatible con todos los errores que se cometieron. Los que se cometieron antes y los que se cometerían después. A la derecha le cuesta mucho entender esta compatibilidad. Y también a parte de la izquierda, que arrastra su pasado como un fantasma sus cadenas, a fin de no tener que encararse a fondo con su presente.
- 5. Comerás quesos, embutidos y patés. La tarde del 23 de febrero de 1981 estaba en el colegio y alguien llamó para decir que un grupo de militares había entrado en el Congreso de los Diputados. Antoni Nicolau tuvo miedo, porque era un estudiante de Historia y un comunista, y porque se hacía con los viejos, como correspondía a su edad y a su circunstancia ideológica. Aquellos viejos de la transición tenían una muy particular manera de seguir siendo jóvenes, que era anunciar cada miércoles el inminente estallido de una nueva guerra civil. Llamaron a los padres para que vinieran a recoger a los hijos, que había un golpe de Estado, y él se dirigió de inmediato a la sede del distrito de Sant Martí. Era su barrio de siempre, el lugar de sus afectos desde la infancia. Además se estaba ocupando de la ordenación y catalogación del Archivo Histórico. Y, last but not least, militaba en un partido que era aún de lucha y de gobierno y lo primero era ver qué decía el Gobierno. Lo cierto es que el Gobierno decía poco. Vagamente parecía haber llamado la concejal Núria Gispert. Vagamente parecía haberse decretado una suave vigilancia de la policía municipal en la sede de los distritos. Vagamente se sugería que los militantes más conocidos pasaran la noche fuera de casa y se eliminara algún papel. Vagamente. Nicolau recuerda. La absoluta ausencia de protocolos. Eran los comunistas y no había protocolos para una guerra civil. Le extrañó. En fin, era un joven como tantos, en una ciudad, la tarde de un golpe de Estado. Conocía a cuatro o cinco en su misma situación. Se llamaron y se encontraron. Eran cuatro o cinco jóvenes la tarde de un golpe de Estado y ya estaba anocheciendo. Y era lunes, todavía peor que un golpe de Estado para ir de noche. Hacía poco tiempo que había abierto en una plaza del Poblenou un restaurante muy agradable. Els Pescadors. Pensaron en él. ¡Era lunes! Estaba cerrado y eso complicaba definitivamente las cosas. Pero conocían al dueño y podían llamarle.
-¿Qué hacer? -dijo Lenin
-Está cerrado, pero venid, venid, y os prepararé unas torrades.
Allí fueron. Comieron embutidos, quesos y patés. Escucharon la radio. Iban apareciendo algunos amigos y hubo un momento en que el grupo creció hasta 8 y hasta 10. Poco a poco Nicolau fue dejando el miedo, y la rabia se presentó más nítida, allí en Els Pescadors, cerrado por fiesta semanal. Había una radio. Cuando salió el Rey y dio la orden, le pareció a todo el mundo que más o menos había llegado el momento de marcharse a casa.
- 6. Recogerás la historia oral de las gentes. En un momento de la carrera se les ocurrió a Nicolau y a unos cuantos compañeros de facultad el proyecto de recoger la historia de la Guerra Civil de labios de algunos antiguos combatientes. Fue un trabajo extremadamente interesante y Nicolau recuerda cómo le impactó que aún guardaran secretos y el hecho de que entre ellos estuviera el trazado concreto de las rutas clandestinas para escapar de España.
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