Identidad y extrañamiento
El escritor austriaco Robert Menasse (Viena, 1954) ha sido galardonado con numerosos premios en Austria y Alemania, tanto por su provocadora obra ensayística como por sus novelas. Celebrado como una voz nueva e inteligente en el mundo literario centroeuropeo, destaca su agria visión de la cultura contemporánea. Sus ensayos críticos han suscitado encendidas polémicas -Un país sin atributos o Explicar Austria-, así como, en otra escala, su reciente llamamiento a los intelectuales austriacos a no pagar impuestos. Menasse, que ha sido profesor de teoría literaria en Brasil, debuta en España con esta novela brillante y ambiciosa, muy bien traducida.
En La expulsión del infierno (publicada originalmente en 2001), Menasse continúa indagando en los temas que le obsesionan, explícitos en sus obras anteriores (la desilusión de la utopía y la bestialidad innata del ser humano, por ejemplo) y también ahonda esta vez en el conflicto entre identidad y extrañamiento; la identidad personal y la comunitaria; el lastre del pasado o la barrera de las condiciones sociales en el presente; la disolución de la identidad en la sociedad masificada o la adopción por parte del individuo aislado y ansioso de reglas de identidades espurias adhiriéndose a credos políticos o religiosos, excluyentes y fanáticos; la identidad como infierno, la expulsión de éste o la admisión en ese infierno. Menasse narra la andadura vital de dos hombres, en principio singulares y también de carácter similar, aunque pertenecientes a dos épocas históricas distintas. Uno es el rubí (maestro de escuela) Menasseh Ben Israel, que vivió en la Europa del siglo XVII, entre el oscurantismo del Portugal dominado por España y la Inquisición y la luminosidad de Holanda, país en el que florecían la libertad de cultos y la actividad científica sin trabas; y el otro, el estudioso austriaco Viktor Abravanel, judío asimilado que existe en el momento actual y del que conoceremos sus andanzas juveniles en la Viena de los años sesenta y setenta del siglo XX. Ambas historias se intercalan de modo que susciten la ilusión de que los personajes que penaron en el siglo XVII aparecen de nuevo en el XX, desempeñando papeles parecidos.
LA EXPULSIÓN DEL INFIERNO
Robert Menasse
Traducción de Thomas Kauf
Alianza. Madrid, 2004
448 páginas. 24 euros
Menasse recrea con esmero
la infancia de Mané, Manouel o Menasseh, "el niño de los muchos nombres", en la ciudad portuguesa de Villa do Começos. Allí residían varias familias de "cristianos nuevos" . El niño Mané pertenecía a una de aquellas familias, aunque él no lo sabía. Se creía, pues, un "hidalgo" de sangre "pura" y junto a sus amigos jugaba incluso a "cazar marranos". Un día llegó a la ciudad el temible Tribunal del Santo Oficio, que prendió a los padres de Mané por "judaizantes": los habían denunciado por continuar profesando en la clandestinidad la religión maldita y sus ritos. Entonces Mané tuvo que enfrentarse a su verdadera identidad. Finalmente, tras el encarcelamiento de los progenitores y la confiscación de todas sus riquezas, la familia judía podrá huir a la tolerante Holanda.
La historia de Viktor Abravanel, descendiente de la ilustre familia sefardí del mismo nombre, es más simple: es un judío en la "nueva Austria", de familia completamente asimilada. Sabe que su padre y sus abuelos sufrieron humillaciones durante la época nazi, pero nadie habla de ello. Era un joven con grandes capacidades que un día quiso cambiar el mundo estudiando historia y afiliándose a un partido trotskista. Se ha convertido en especialista en Baruch de Espinosa y su época.
La novela está escrita con brillantez, y a lo largo de trescientas páginas logra intrigar e interesar con los episodios bien escogidos que, acaso con un afán demasiado cinematográfico, buscan el efecto directo en el lector. Sin embargo, cuando advertimos que apenas quedan unas cien páginas para el final, comienza a perfilarse cierta decepción. Se acerca el momento en el que tendrían que ir encajando las piezas que han sido trabajadas con tanto esmero. Pero los relatos se deshacen poco a poco, lo mismo que las vidas de sus protagonistas, cuya aparente complejidad consiste sólo en su desarraigo y su desamparo.
El relato de la vida de Viktor deriva hacia derroteros secundarios que carecen de interés; como las historias de sus familiares, que son meramente anecdóticas. La historia de Menasseh es mucho más interesante, aunque adolece de cierto apresuramiento al final. El relato de los últimos años de su vida no guarda proporción con el de los primeros y eso que la época de Amsterdam es la más fructífera: Menasseh funda una familia, escribe libros, conoce al joven Espinosa y al vilipendiado Uriel Da Costa, viaja a Inglaterra y logra de Cromwell que acepte judíos en la isla; mas todo ello pasa ante el lector como una exhalación.
La brillantez de Menasse -excelente pintor de ambientes- se ve algo disminuida por el descuido con que termina la novela, que requería un desarrollo más meditado; pero ello no impide que se la lea con gusto, pues rebosa de momentos intensos, parejos a la tupida escritura con que se narran.
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