El nuevo Estatuto fija que Cataluña sea una circunscripción en las elecciones europeas

La ponencia parlamentaria que elabora el nuevo Estatuto catalán dio ayer sus primeros frutos. Los grupos aprobaron -con los acostumbrados recelos del PP, que no se traducen en oposición- los 11 artículos del título séptimo, que fija las relaciones de la Generalitat con la Unión Europea (UE). El Estatuto, a falta de su concreción definitiva, establece que Cataluña sea circunscripción electoral en los comicios europeos y prevé la participación del Gobierno autónomo en los organismos comunitarios, pero siempre como integrante de la delegación española. La Generalitat dispondrá de una delegación oficial ante la UE, cuyo personal ostentará el mismo rango que el de la representación permanente española.

Los cinco grupos que componen el arco parlamentario catalán hicieron gala del consenso alcanzado en su reunión de ayer, que abordó el capítulo de las relaciones entre la Generalitat y la UE. Un consenso basado en posponer cualquier polémica que pueda atascar el Estatuto. De este modo, y al tratarse de un primer borrador, el PP puso mínimas objeciones al articulado.

Los populares evitan a toda costa aparecer como los obstruccionistas del Estatuto. Ya harán valer su peso cuando el nuevo texto se discuta en el Congreso. De momento, sus críticas se limitan a denunciar que el resto de partidos obvia la actual configuración autonómica de España y persigue establecer una relación bilateral con el Gobierno central y la Unión Europea. Ayer mismo, el líder del PP catalán, Josep Piqué, denunció que Convergència i Unió (CiU) baraja bloquear el Estatuto al imponer como condición sine quanon la inclusión del nuevo sistema de financiación en el Estatuto.

Todos los grupos aceptaron, aunque con matizaciones, que Cataluña sea circunscripción electoral en los comicios al Parlamento Europeo, una vieja reivindicación de CiU y Esquerra Republicana. Los socialistas acataron la propuesta no sin ciertos reparos porque, a su entender, reducirá notablemente el peso catalán en la Eurocámara y dificultará la representación de los partidos minoritarios. Cataluña, con similar población a Eslovaquia, elegiría unos 14 o 15 eurodiputados. Uno de los posibles afectados, Iniciativa per Catalunya, planteó que Cataluña pueda formar circunscripción electoral con las autonomías vecinas, es decir, Aragón, Islas Baleares y Comunidad Valenciana, recuperando así la antigua Corona de Aragón. Nadie secundó la idea.

El portavoz popular, Francesc Vendrell, alertó del totum revolutum que la propuesta aprobada puede provocar en España pues sostuvo que, al igual que Cataluña, las 16 autonomías restantes podrían reclamar el mismo trato. Como esta medida requiere la modificación de la ley de régimen electoral -con rango de ley orgánica como el Estatuto-, la ponencia decidió aplazar este controvertido asunto para evitar así empantanarse en estériles debates. Algunos grupos proponen que en el Estatuto se inste al legislador -Congreso y Senado- a cambiar la normativa electoral para que Cataluña sea circunscripción única.

Presencia en la UE

Más contemporizador, pero igual de quisquilloso, se mostró el PP a la hora de abordar la representación catalana ante los organismos de la Unión Europea. Vendrell sostuvo que Cataluña ya tiene representación en Bruselas (el Patronato Catalán Pro Europa), pero se opuso a que ésta goce de rango diplomático. Al final se consensuó una fórmula que establece que el personal de la delegación catalana tendrá la misma condición -sin referencia alguna al estatus diplomático- que el de la representación permanente española ante la Unión Europea.

La presencia de la Generalitat en los órganos comunitarios se vehiculará a través de un representante catalán en la delegación española. Asimismo, los consejeros podrán participar en los Consejos de Ministros cuando se discutan asuntos de su competencia e incluso asumir la representación del Estado.

El republicano Joan Ridao puso como ejemplo que el consejero de Agricultura de Castilla La-Mancha podría ostentar la representación española cuando se aborde, por ejemplo, el asunto del lino. El estatus de Cataluña sería, por tanto, similar al de los länder alemanes.

En cualquier caso, Cataluña no tendrá representación directa en la UE, sino que se articulará siempre a través de la delegación española. Idéntica fórmula se utilizará cuando se negocien tratados comunitarios o se reformen los originales. De este modo, la Generalitat participará en la "formación de la voluntad del Estado en la UE".

Ayer persistieron las discrepancias a la posibilidad de que la opinión de la Generalitat sea vinculante para el posicionamiento del Gobierno central ante la UE cuando negocie competencias exclusivas catalanas. No obstante, esta prerrogativa podría limitarse a las competencias específicas, es decir, cultura y lengua.

La Generalitat también será la competente en desplegar el derecho comunitario en Cataluña cuando se trate de competencias exclusivas. Asimismo, se encargará de solicitar, gestionar y controlar los fondos europeos.