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52º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

"Puedo disfrutar con una mala película, pero no con una mala novela"

Rocío García

A Mario Vargas Llosa no le pasa lo que al poeta libanés Georges Scheladé, con el que coincidió en 1976 en el jurado del Festival de Cine de Cannes. Lo cuenta el propio Vargas. "Era un viejecito absolutamente encantador. A los tres días de estar viendo películas con nosotros cayó enfermó y confesó que, hasta entonces, él sólo veía una o dos películas al año y que el régimen de cuatro o cinco películas diarias no le permitía dormir y tenía pesadillas. Terminó enfermo y medicado". El escritor hispano-peruano, que preside este año el jurado del Festival de Cine de San Sebastián, puede ver varias películas diarias sin ningún problema. Y más si son de acción, las que más le gustan. "Las películas de reflexión, intimistas, si están bien hechas, por supuesto que me conmueven, pero el cine que creo que más aprovecha las posibilidades audiovisuales es el de acción, de aventuras. Soy un gran entusiasta de los westerns y también del cine policial. Me encanta el cine policial, al contrario que la literatura policial, que me aburre, con excepciones".

"Nunca he estado en un jurado de cine que no haya recibido silbidos"

El autor de La fiesta del Chivo asegura que la mirada del escritor, como la mirada del cineasta, tiene que ver con la ficción. "Probablemente, el escritor no tiene mucho que decir desde el punto de vista técnico, si se trata de juzgar la calidad visual de las imágenes, pero sobre el tema de la ficción, sobre la manera de contar una historia, sobre la manera de construir el tiempo, de establecer los puntos de vista para que una historia parezca persuasiva, sí creo que el escritor y el cineasta tienen miradas comunes. Los mecanismos para que una historia de la impresión de soberanía, de autosuficiencia, es exactamente igual para una película que para una novela".

Vargas Llosa se declara "un loco del cine", un arte para el que no es tan exigente como para la literatura. "Una mala novela no puedo leerla, se me cae de las manos y me produce una gran irritación. Una mala película, si no es pretenciosa, la puedo ver hasta el final e incluso divertirme. Quizás porque leo con esa visión un poco deformada de quien ve los hilos que están detrás de los muñecos que se mueven en el escenario. Con una película puedo perderme, abandonarme a la pura ficción sabiendo que es mala".

Visconti, Buñuel, Bergman o John Ford son los directores a los que este escritor, que ya tiene experiencia en jurados de cine pero nunca como presidente, cita como sus más grandes mitos: "Aquellos que han sido capaces en ese mundo tan interferido como es el del cine de volcar una visión personal, sus manías, sus demonios, sus obsesiones. Eso para un cineasta es mucho más difícil que para un escritor, que, con un papel y un lápiz, vuelca todo lo que tiene dentro".

Vargas Llosa, que no reconoce como suyas las imágenes de las distintas adaptaciones cinematográficas que se han hecho de sus distintas novelas -"no siento que es aquello lo que yo escribí"-, no puede ser más feliz estos días. "Ser jurado de un festival de cine es la profesión ideal.Uno ve cuatro o cinco películas al día, son muy bien tratados, es el paraíso, la felicidad". Una felicidad que espera que continúe mañana cuando el jurado dé a conocer sus premios. "Espero que se produzca un milagro, que no haya silbidos. Nunca he estado en un jurado cinematográfico que no haya recibido silbidos. Me acuerdo en una ocasión en la que peleé a muerte contra una película que yo detesté y a la que el jurado le dio finalmente el premio. Recuerdo haber estado ahí recibiendo la silbatina poniendo cara de solidaridad con mis compañeros cuando yo estaba totalmente de acuerdo con lo que silbaban". ¿Tiene miedo a mañana? "No", asegura riendo. "Habrá silbidos, me temo".

Mario Vargas Llosa, en San Sebastián.
Mario Vargas Llosa, en San Sebastián.JESÚS URIARTE

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