Madrid tendrá su propia 'notte bianca'

El ritmo nocturno de la capital italiana sufrió el sábado pasado una verdadera revolución, cuando dos millones de personas dispuestas a no dormir coparon las calles del centro. Para ellas permanecieron abiertas las puertas de museos, galerías de arte, cines y teatros. Para ellas, también, se organizaron decenas de conciertos gratuitos al aire libre. Esta febril e inusual actividad forma parte de la notte bianca [la noche blanca], una propuesta cultural que este año tuvo su segunda edición en Roma y que llegará a Madrid el próximo verano.

La historia de esta iniciativa comenzó en 2002 en París, cuando el alcalde Bertrand Delanoë lanzó la idea de pasar una noche en vela -o noche en blanco, tal es la traducción literal- disfrutando de la ciudad y de su vida cultural. La nuit blanche se convirtió inmediatamente en uno de los eventos más esperados en la capital francesa.

Tras semejante éxito, el evento encontró sus propias versiones en Roma, Bruselas y Montreal, una lista de ciudades a la que Madrid se sumará en 2005.

Durante estas veladas culturales, los museos, galerías de arte, teatros, librerías y salas de conciertos permanecen abiertos al público durante toda la noche, o programan funciones de madrugada. Desde las ocho de la tarde hasta las ocho del día siguiente, las calles se vuelven peatonales, y la gente tiene la posibilidad de disfrutar de exposiciones y espectáculos a la luz de la luna. La ciudad, por su parte, se encarga de garantizar que el transporte público pueda devolver a casa a los noctámbulos a cualquier hora, y, en muchos casos, gratis.

Una delegación del Ayuntamiento madrileño, formada por Carlos Baztán, delegado de la Concejalía de las Artes, y Juan del Álamo, coordinador de Economía y Participación Ciudadana, viajó a Italia este fin de semana para vivir de cerca el festival y reunirse con sus pares para comenzar a delinear el proyecto Noche blanca de Madrid.

Por lo general, las actividades ocupan el centro de las ciudades, aunque la convocatoria multitudinaria de las últimas ediciones ha obligado a Roma a incluir barrios periféricos, y a París -que tendrá su nuit blanche el próximo 2 de octubre- a programar funciones en localidades vecinas como Versalles. Como se prevé que la afluencia de público será también muy importante en Madrid, ya se está estudiando si el evento tendrá eco en sitios históricos de los alrededores, como Segovia o El Escorial, o si se delimitará un área peatonal mucho mayor.

Estas cuestiones organizativas no son un detalle menor. Un error en los servicios de seguridad puede ser el comienzo de una página negra como la ocurrida en el flamante estreno del festival, en 2002 en París. En esa ocasión, en plena fiesta, el alcalde Delanoë fue apuñalado por un perturbado en el edificio del Ayuntamiento. En Roma, la nota negativa la dio un enorme apagón que amenazó con instalar el caos en la ciudad, cuando en plena madrugada cultural la ciudad se quedó a oscuras y la gente no hallaba cómo volver a sus casas. Sin embargo, ninguno de estos acontecimientos ha impedido que la idea se convirtiera en todo un éxito.

Inversión publicitaria

Organizar un evento de esta envergadura exige inversiones muy importantes. Desde la contratación de los artistas hasta los gastos en materia de transporte, seguridad y limpieza, todo suma dígitos a la cuenta con la que tienen que cargar los ayuntamientos y las entidades participantes.

Se calcula que la notte bianca romana del pasado 18 de septiembre costó 3.300 millones de euros, pagados a medias entre el Ayuntamiento y la Cámara de Comercio.

Sin embargo, las cifras tienen su contrapartida positiva. Este tipo de iniciativas constituye una de las mejores estrategias de promoción para una ciudad. De hecho, este año la fiesta convocó a más de 500.000 visitantes, que llegaron a Roma sólo para participar de ella. Los responsables de la notte bianca calculan que una campaña publicitaria con resultados similares habría costado más de 4.000 millones de euros.

Según Juan del Álamo, el Ayuntamiento está decidido a mostrar al mundo un Madrid de gran vida cultural. "Se trata de un evento complejo, pero creemos que la capital reúne de sobra las condiciones y la infraestructura para llevarlo a cabo".

La idea, según Del Álamo, es generar un evento con estilo propio, que sea capaz de reflejar la riqueza histórica y cultural de Madrid. Entre otras características de la ciudad, la gastronomía conseguirá un espacio destacado, ya que es uno de los puntos más apreciados por los extranjeros. "Además, la costumbre de salir hasta tarde de los madrileños promete una noche blanca más divertida y con una gran participación".

Aunque los detalles todavía no están definidos, está previsto que participen de la propuesta los museos más importantes de la ciudad, desde el triángulo Museo del Prado, Reina Sofía y Thyssen-Bornemisza hasta las salas que dependen del Ayuntamiento. A ellos se sumarán los principales teatros y numerosos conciertos gratuitos en diversos parques públicos.

Serán 12 horas de movimiento, de actividades que muestren la diversidad y la intensidad cultural la capital. Por una noche, el verano que viene, la movida madrileña será mucho más que salir de tapas.