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Reportaje:

Cuando tener 35 años se convierte en un problema

Enrique, un minusválido con un 80% de discapacidad, pierde la oportunidad de lograr una casa pública por superar la edad legal

Enrique siente que vive en un "zulo". Enfermo de distrofia muscular con un 80% de discapacidad, no puede ni mirar por la ventana. Está postrado en una silla de ruedas desde hace tres años, cuando las piernas dejaron de responderle y le impidieron valerse por si sólo. "No es sencillo vivir así", dice este hombre, que a sus 35 años depende de sus padres para vivir. Los poco más de 400 euros que recibe del Imserso por su invalidez no le permiten comprarse ni alquilar una casa adecuada a sus necesidades. Pero mira al futuro con optimismo.

Sin trabajo ni vivienda adaptada a su estado, y sin posibilidad de conseguir ni una cosa ni la otra. Así se siente Enrique, delineante de profesión, que vive solo desde hace cinco años en una vivienda del barrio de Buena Vista, en Carabanchel Alto. Sus padres, Mari Carmen y Enrique, que ocupan desde hace cerca de 40 años una casa de renta antigua en Vistalegre, se embarcaron en esta adquisión, ante la imposibilidad de su hijo de acceder a la vivienda familiar, situada en un primer piso sin ascensor. "Ahora, incluso les van a echar de la casa porque la dueña se acoge a que ellos ya tienen una casa propia", se lamenta el hombre.

"¿Qué hace falta ser para que te concedan un piso de protección oficial?

"Me siento mal porque yo ocupo su vivienda y ellos, además de cuidarme, se hacen cargo de todos los gastos", explica Enrique, que desde el año 2000 viene solicitando una y otra vez, pero sin éxito, pisos protegidos tanto del Ivima (Instituto de la Vivienda de Madrid) como de la EMV (Empresa Municipal de la Vivienda). Siempre le rechazan la solicitud.

"A medida que pasa el tiempo se hace casi imposible que me concedan una casa", asegura este hombre, que además lleva 13 años buscando un trabajo "de algo que pueda hacer", que nunca llega. Ahora, al haber cumplido ya los 35 años, lo tiene "más complicado aún" para que le adjudiquen una vivienda pública porque los criterios de baremación municipales priman a los menores de esta edad. "Era menor de 35 años, tenía minusvalía del 80% y ganaba 400 euros al mes. ¿Qué hay que tener entonces?", reclama Enrique, que se conforma con poder ser independiente en una casa adaptada a sus necesidades.

Este hombre, aficionado a la música y a construir páginas web en Internet, no puede valerse por sí mismo en el piso donde vive. Así se lo ha hecho saber al alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, por carta, y al gerente de la EMV. Incluso dispone de un informe técnico sobre las condiciones de accesibilidad de la vivienda, elaborado por el Centro Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas, para que justifique sus peticiones, pero hasta el momento nada le ha servido para conseguir una casa donde se pueda mover.

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Enrique apenas puede pasar con la silla de ruedas por las puertas, que no tienen un ancho de paso libre mayor o igual a 80 centímetros. Al baño, directamente no puede entrar: tiene que dejar la silla en la puerta e impulsarse hasta un taburete, desde el que se traslada a la bañera. "En el espejo me veo por poco", dice con buen humor.

A la hora de comer es su madre la que le prepara la comida. Ni la altura de los muebles ni el reducido espacio le permiten hacérsela él mismo. "Si yo tuviera una vivienda chiquitita, con una habitación, pero adaptada, podría ser autosuficiente a pesar de mi situación". Enrique, incansable, mira al futuro con escepticismo.

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