"Aumentan los inmigrantes con papeles porque así se eleva el número de votantes"
Pregunta. Es la única de los malos que se ha librado de las rotaciones en el Consell. ¿Es intocable?
Respuesta. No estoy de acuerdo con ese calificativo de los malos y los buenos. Nadie es intocable. Todos mis compañeros están haciendo un trabajo muy digno de alabanza y son gente de bien. Cambiar es bueno. No hay que tomárselo en sentido peyorativo.
P. Pero usted es el brazo armado de Zaplana, ¿no?
R. En estos años se han escuchado muchas insensateces, y ésa es una de ellas. Hay una relación política y de amistad con Eduardo Zaplana de la que me siento muy orgullosa y hacia la que siento una inmensa gratitud por la oportunidad que me dio para entrar en política. Como también la siento con el presidente Francisco Camps por darme la oportunidad de ser consejera de su Gobierno.
"También siento una inmensa gratitud hacia Francisco Camps por darme la oportunidad de ser consejera de su Gobierno"
"En estos años se han escuchado muchas insensateces, y que yo soy el brazo armado de Eduardo Zaplana es una de ellas"
P. Camps se ufanó en el discurso del debate de política general del trabajo del departamento que usted dirige. ¿Fue cosmética orgánica?
R. No, el presidente está satisfecho con la tarea que estamos haciendo. Para él las políticas sociales son muy importantes, ya lo dijo en su discurso de investidura y lo repitió el miércoles en el debate. Seguimos dando pasos hacia delante para mejorar las políticas sociales para que lleguen sobre todo a quienes tienen una vida difícil y más lo necesitan. Para mí es una consejería fundamental.
P. ¿Está más cómoda en Bienestar Social que como portavoz?
R. Son tareas muy diferentes. La portavocía de un Gobierno es muy estimulante: tienes que saber de todo y aprendes de todo. Bienestar Social tiene una relación directa con mi manera de entender la vida. No soy médico gratuitamente: elegí esta profesión muy consciente de lo que quería ser en la vida. Me siento muy implicada en tareas que tienen que ver con las personas. Eso me lo creo. Estoy muy cómoda en esta consejería porque estoy muy cerca de la realidad.
P. Las políticas sociales siempre fueron una bandera de la izquierda. ¿Se la han robado?
R. Soy muy poco dogmática. Nunca me han gustado los carteles. Ser de izquierdas no supone que eres altruista y solidario: te lo tienes que ganar. Y no por ser de una opción de centro liberal o de centro derecha eres una persona dedicada a otros valores de la vida. Esto, te lo ganas.
P. ¿Cuáles son los retos cruciales de su departamento?
R. Tenemos dos. Uno, dar mejor cobertura a las personas que por su especial circunstancia necesitan de los demás: mayores, discapacitados, afectados por enfermedad mental crónica... Hemos hecho mucho. Por ejemplo, a finales de 2005 seremos la segunda comunidad en número de camas para personas mayores en residencias. De eso, había muy poquito. Lo mismo que centros de día para discapacitados o centros ocupacionales. En el plazo de dos años estaremos muy cerca de una atención al cien por cien de todas las personas que necesitan este tipo de prestación social. Y el otro reto, es hacer lo mismo en cohesión e integración social, como los inmigrantes, las personas que están en una situación de pobreza, los menores que tienen un entorno familiar complejo, la mujer que está sometida a la violencia...
P. Una de las críticas que se le hacen es que no ha puesto en marcha la red de atención a inmigrantes anunciada en 2002.
R. Eso, simplemente, no es cierto. El Gobierno valenciano tiene una inversión en políticas para inmigración de unos 200 millones de euros al año. Estamos haciendo una política transversal y eso significa una tremenda inversión en educación, sanidad, en cursos de formación para integrarse... Nuestra aproximación a la política de inmigración es de responsabilidad bilateral: todos tenemos derechos y deberes, y los inmigrantes también. Esa responsabilidad de unos hacia otros es la que logra la integración y la cohesión social. No podemos estar en la política de beneficencia. El Plan de Inmigración, con un gran consenso logrado con la mayoría de la sociedad implicada, va a ser aprobado por el Gobierno valenciano y yo compareceré a petición propia en las Cortes para explicar cuáles son sus objetivos y para recabar el apoyo de la Cámara.
P. La Universidad de Alicante cifra en 233.000 los inmigrantes ilegales instalados en la Comunidad Valenciana. El Gobierno admite que 150.00 trabajan en la economía sumergida. ¿Hay modo de saber cuántos hay?
R. Es complicado porque son ilegales, pero con el último anuncio del Gobierno de España respecto a las políticas de inmigración no sólo vamos a seguir sin saber cuántos inmigrantes hay aquí, sino que se va a provocar un caos total y absoluto. Soy una persona poco dada a creer en el tremendismo, pero el Gobierno actual de España es el peor que hemos tenido desde la democracia. La mayoría de sus anuncios son un despropósito.
P. ¿Por qué va a ser un caos?
R.No hay precendente en la Unión Europea en la línea de las políticas anunciadas por el ministro Jesús Caldera. Va a producir un efecto llamada porque parece que vaya a haber papeles para todos con excusas que rayan en la ilegalidad. ¿Cómo es posible el agravio comparativo a los empresarios que pagan la Seguridad Social con los que no la pagan y ahora van a ser perdonados? Van a aumentar las mafias de inmigrantes, las mafias de contratos... y no va ayudar en nada a la integración y la cohesión social, además de tirar por tierra la inmigración que se produce de manera legal en el país de origen. Siento mucho lo que voy a decir, pero la única explicación que le encuentro al anuncio de Caldera para aumentar la entrada de emigrantes con papeles es que se eleva el número de votantes.
P. ¿Qué hay que hacer con esta gente que está aquí?
R. Los fenómenos migratorios son imparables, pero no se pueden dejar de ordenar. La inmigración que llega a nuestro país debe de ser consensuada con los países de origen. Y una vez están aquí, hay que hacer el esfuerzo de analizar uno a uno su caso, pero no como con la ley de violencia de género, que de una manera irreflexiva y demagógica lanza una serie de propuestas que producen inseguridad, desazón y caos.
P. Los homosexuales critican al PP en Madrid y aquí firman convenios para combatir la homofobia.
R. El PP ha sido y va a seguir siendo la avanzadilla de las políticas sociales a nivel nacional. Hicimos una ley de parejas de hecho porque hay una realidad social, y nosotros no discriminamos a nadie por razón de religión, su etnia, si es mujer u hombre o si tiene otro modo de enfocar su vida. Otro tema son los casamientos y las adopciones. Aquí, como político responsable, una cosa es la actitud personal y otro tema la realidad jurídica en la que vivimos, que es la que es. Pero no creo que ése sea el tema más crucial en equiparación de derechos en personas homosexuales.
P. ¿Usted cree que la violencia de género es consecuencia de la revolución sexual, como dijo la Conferencia Episcopal?
R. Por lo que he hablado con el arzobispo de Valencia, exactamente no fue así porque no se pueden sacar frases de contexto. Mi impresión es que el principal motivo de la violencia contra la mujer es el machismo de aquel hombre que, por el hecho de serlo, se cree superior a una mujer y cree que puede maltratarla y matarla.
P. ¿Qué retroalimenta esta atrocidad?
R. En primer lugar, las mujeres han dicho basta. Tolerancia cero. Denuncian y se rebelan mucho más porque se sienten más seguras. Por tanto, se enfrentan mucho más al agresor. Luego, el hecho de que se difundan estas agresiones tiene un aspecto positivo, y es que todos somos más conscientes de que eso ocurre); y otro negativo, y es el efecto de mimetismo. En mi opinión, es mejor que se siga difundiendo, pero la prensa debería de reflexionar sobre el enfoque y el tratamiento. Hay que contarlo y hacer pedagogía.
P. ¿La violencia de género no puede quedar al margen de las polémicas políticas?
R. Lucho constantemente por eso. Vamos a presentar un plan contra la violencia de género en el que queremos un consenso total y absoluto. Voy a plantear un pacto social porque toda la sociedad, sin color partidista, debe de implicarse contra la violencia.
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