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La exposición '¡Abajo las murallas!' será un recorrido por 18 siglos de Barcelona

Existen restos de los muros en La Rambla, el Paralelo y la zona de la plaza de Sant Jaume

La exposición ¡Abajo las murallas! no se limitará a rememorar la caída de los muros que encorsetaban Barcelona hasta hace 150 años. Será también una ocasión de oro para conocer la historia de la ciudad desde su fundación, hace más de 2.000 años, hasta agosto de 1854, cuando empezó el derribo de los muros en medio de una enorme presión popular. El Ayuntamiento, que organiza la exposición, explica que no habrá recorridos por los restos de los muros, pero sí visitas comentadas en el Museo de Historia de la Ciudad, afirma el comisario de la exhibición, el historiador Albert Cubeles.

"Queremos que la exposición sea una oportunidad que ayude a entender la historia de Barcelona y su progresivo crecimiento", afirma Cubeles. Por eso, arrancará con la muralla romana, seguirá por la medieval y se detendrá en agosto de 1854, cuando cayeron los muros en medio de cierres patronales y una atroz epidemia de cólera. La exposición será algo más larga de lo habitual en las de este tipo: más de seis meses, desde el próximo 19 de noviembre hasta final de mayo de 2005.

"Hemos sopesado la posibilidad de visitar los restos de las murallas, pero la hemos descartado porque es difícil de manejar, ya que existe una gran distancia entre los lugares donde se concentran restos", explica el comisario de la exposición.

Lo que se habrá finalmente serán visitas comentadas a la Casa Padellàs, del Museo de Historia de la Ciudad, en la plaza del Rei. Hasta allí se trasladarán restos de muros, lápidas encontradas en algunas de las antiguas puertas de entrada a la ciudad, textos, material gráfico e instrumentos de la época, como las máquinas textiles que en aquel momento motivaron las protestas de los obreros porque pensaban que les quitaban el trabajo, dice Cubeles. El propósito de los organizadores es ofrecer "visitas en grupo de casi una hora a precios populares".

Momento crucial

La ciudad era en el momento de caer las murallas una plaza fuerte con seis puertas de entrada y 14 baluartes donde se colocaban las armas defensivas. Fuera de los muros estaba prohibido construir a una distancia inferior a 1,2 kilómetros, que era la que alcanzaba entonces un tiro de cañón.

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Se conservan restos de muralla romana del siglo IV en la zona próxima a la plaza de Sant de Jaume. Por ejemplo en la calle del Sots-tinent Navarro, paralela a la Via Laietana, y en la cercana plaza de los Traginers. Existen pequeños tramos de la muralla medieval en La Rambla y en la calle de Pelai, y de la muralla construida en el siglo XVII, en el perímetro de lo que ahora es el Paralelo y las rondas de Sant Pau y Sant Antoni. Este último recinto continuaba por la calle de Pelai y seguía por los aledaños de la plaza de Cataluña y las calles de Jonqueras y Trafalgar, y fue el que se derribó entre agosto de 1854 y el año 1857.

De este último recinto amurallado se conservan restos en el sótano de la sala de espectáculos pornográficos Bagdad, en la calle Nou de la Rambla y en el portal de Santa Madrona, en la actual avenida del Paral.lel (véase el gráfico adjunto). Del recinto de murallas medieval construido, según Cubeles, por el Consell de Cent por encargo del rey Pere II se pueden ver restos en la entrada del aparcamiento de la Rambla de Santa Mònica, frente a la sede de la Universidad Pompeu Fabra. En esta zona, la muralla transcurre junto a la línea de metro que sube por La Rambla hasta la antigua puerta de Isabell II, junto a la plaza de Catalunya.

La exposición hará hincapié en que el derribo había sido largamente reclamado por el Ayuntamiento y por la sociedad civil barcelonesa desde que en 1841 el médico y periodista Pere Felip Monlau ganó un concurso convocado por el municipio con un estudio en el que destacaba las ventajas de derribar las murallas.

El Gobierno se vio obligado a autorizar el derribo por la situación de peste y paro que vivía la ciudad. "El acierto fue no tocar la muralla de la Ciutadella porque los militares no lo hubieran aceptado", dice Cubeles. El fin de la muralla dio paso en cinco años al plan del Eixample de Ildefonso Cerdà, impuesto por el Gobierno al Ayuntam iento, que había aprobado otro proyecto del arquitecto Antoni Rovira i Trias.

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