Las regiones pirenaicas hispano-francesas y Andorra exigen a la UE más inversiones

La Comunidad de Trabajo de los Pirineos, que agrupa a cuatro autonomías españolas, tres regiones francesas y Andorra, aprobó ayer un manifiesto que exige a la Unión Europea que dé más juego al papel de las regiones, aumente las inversiones y reconozca el vasco y el catalán. El presidente de la Generalitat, el socialista Pasqual Maragall, ha dado un nuevo impulso a este organismo al conseguir el visto bueno de todos sus integrantes -entre ellos Navarra, gobernada por Unión del Pueblo Navarro (UPN), socio del PP- para poner en marcha un consorcio que actúe como lobby en Europa.

El grupo de trabajo funciona desde 1983, pero no contaba aún con personalidad jurídica. Desde 2003 se sopesaba la posibilidad de crear un consorcio, aunque la idea estaba atascada. La insistencia de Maragall durante la cumbre que se clausuró ayer en La Seu d'Urgell, próxima a la frontera con Andorra, logró vencer las reticencias y se acordó crearlo para gestionar proyectos conjuntos y actuar con una única voz ante la UE.

"Estamos ante una eurorregión que funciona desde hace 20 años", explicó el presidente de Aragón, el socialista Marcelino Iglesias, quien añadió: "Cuando algunos este verano se han escandalizado, no debían de conocer esta experiencia de trabajo, que no rompe nada". Iglesias ironizaba sobre el revuelo provocado por la iniciativa de Maragall de lanzar una eurorregión que agrupe a los territorios que formaron la Corona de Aragón, una propuesta que la Comunidad Valenciana, gobernada por el Partido Popular, rechaza de plano.

Las autoridades de todas las zonas pirenaicas redoblaron ayer su apuesta por la macrorregión, incluyendo el presidente de Navarra, Miguel Sanz, de UPN. Y estuvieron representadas al máximo nivel: además de Maragall, Iglesias y Sanz, asistieron a las jornadas el lehendakari, Juan José Ibarretxe; el jefe de Gobierno andorrano, Marc Forné, y representantes de las regiones francesas de Aquitania, Languedoc-Rosellón y Midi-Pyrenées.

El manifiesto aprobado va más allá de la mera declaración de intenciones: reclama fondos comunitarios para inversiones en infraestructuras muy concretas -como una red ferroviaria de alta velocidad que conecte el Cantábrico con el Mediterráneo, pasando por Pamplona, y la culminación del eje viario pirenaico- y no rehúye reclamaciones más políticas, como un "avance significativo en el reconocimiento del papel de las regiones, así como de sus pueblos y ciudadanos, y la "oficialidad" del vasco y catalán.

Ibarretxe subrayó que "no podrá aceptar" la Constitución europea si ésta no reconoce el euskera, pero el manifiesto afirma que el texto supone "un paso adelante en la construcción europea", aunque lamenta que "no aporta respuestas suficientes a las preocupaciones económicas y sociales de los ciudadanos europeos".