Batallas
Izar, como está, no tiene futuro. Bruselas no perdona los errores del Gobierno de Aznar, que tapó su incapacidad para buscar salidas a los astilleros inyectando dinero público fuera de la normativa de la Unión Europea (UE). Habría que preguntarle a la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, ahora empecinada luchadora y bandera reivindicativa de los trabajadores, qué papel jugó para que el entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, con Javier Arenas en el Gobierno, dieran sus bendiciones a estas ayudas.
Desconozco si es cierto lo que dice el diputado socialista Alfonso Perales, al acusar directamente a la alcaldesa de Cádiz y a Arenas de alentar la tensión, pero algo raro hay en la creciente espiral de violencia que ha hecho del puente Carranza un campo de batalla, poco explicable si hay abiertas negociaciones. Y habrá que preguntar también por el papel del alcalde de San Fernando, Antonio Moreno, andalucista con mil y un problema para sostenerse en la poltrona de la alcaldía.
Y puesto que hablamos de alcaldes, apunten: los críticos del PP almeriense tienen los días contados en su partido. Arenas quiere soltar lastre y ha encontrado el momento oportuno para dar puerta al alcalde de El Ejido, Juan Enciso. Y que se prepare el presidente de los populares almerienses, Gabriel Amat, alcalde de Roquetas.
Y qué me dicen ustedes del importante ayuntamiento rondeño, donde los andalucistas mercadearon el voto, metiendo en el mismo cesto al PP y a los gilistas. El PA, en su camino por desangrarse, está dispuesto a vender hasta la dignidad, lo único que al parecer le queda. Lo del PP es peor: sus concejales se carcajean de Arenas y de Ramírez, el presidente del PP malagueño. Y en breve, la batalla por Estepona. El alcalde socialista Barrientos, equilibrista político donde los haya, muñidor de soluciones de gran calado y buen gestor, tiene ya el aliento del PP en el cogote. Y si no, al tiempo.
No se pierdan el culebrón del ex alcalde del Rincón de la Victoria, José María Gómez. Le acusan de cambiar en el registro la fecha del sello municipal para apropiarse de un terreno que será recalificado.
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