El Festival de Ballet de Miami se vuelca en la presencia latina

La novena edición del Festival Internacional de Ballet de Miami terminó anteayer en el Jackie Gleason Theatre con dos galas que pusieron de manifiesto la pujanza de los artistas de danza hispanos y latinos. Hubo representaciones de más de 20 países y 30 compañías de ballet y danza contemporánea El Miami City Ballet, que cuenta con bailarines cubanos o de otros países de Latinoamérica, es el mejor ejemplo de esa fusión y convivencia. Pero las sorpresas venían de más abajo y de otras partes: Helena Shokhina y Baris Erhan, del Nevada Ballet, con su Carnaval de Venecia; la cubana Laura Urgelles, del Washington Ballet, en Rubies, de Balanchine; la española María Gutiérrez, del Ballet Capitole de Toulouse, que hizo una Giselle sensible y expresiva, pero, sobre todo, los brasileños de dos compañías dirigidas por Richard Cragun, unos haciendo a la perfección Herman Schmerman, de William Forsythe, y los muy jóvenes Christiane Quintan con René Salazar del Teatro Municipal de Río de Janeiro bailando la gran sorpresa: Harlequinade: unos nombres que merece seguir de cerca.

Artistas europeos y asiáticos más consagrados también fueron ovacionados, como Giuseppe Picone (de la Ópera de Viena) en L'Arlesianne, de Roland Petit, y un espléndido solo de Stefano Gianetti inspirado por el David de Miguel Angel; también el alicantino Gustavo Ramírez Sansano, con su creación 2 & 1 for Mr. B, tuvo una excelente acogida y los bravos balletómanos fueron para la pareja del Hong Kong Ballet: Leung Fei y Fujino Nobuo, artistas de una perfección difícil de igualar.

El festival, que dirige el cubano-norteamericano Pedro Pablo Peña, anunció ayer que en 2005 retrasará las fechas para huir de la temporada de ciclones y que hará una edición especial basada en lo hispano como fuente humana y de estilos, al cumplirse 10 años de actividad continuada del FIBM. Ya esta vez tanto el Condado de Dade como la ciudad de Miami Beach se han implicado en este ambicioso proyecto, cuyo patrocinador principal es American Airlines, y es precisamente esto lo que permite llevar cada septiembre hasta la Florida a bailarines, maestros, periodistas y críticos de todo el mundo.