¿Qué futuro?
¿Qué estará haciendo ahora el que inventará la vacuna contra el sida?, se pregunta una entidad de crédito. Pues si vive en un pueblo como el mío y quiere cursar en 2º de bachillerato (el antiguo preuniversitario) asignaturas tan exóticas como matemáticas, física, química y biología, con toda seguridad estará en la carretera. Porque ni el Instituto de Llanes, el más cercano a su domicilio, ni el de Ribadesella (a 30 kilómetros) ni el de Cangas de Onís (a 35) tienen prevista tal posibilidad. Según parece, solamente el IES de Infiesto (a 62 kilómetros de nuestro pueblo) sabe que en cualquier carrera relacionada con las ciencias naturales (y con muchas de las ingenierías) figuran como asignaturas troncales las ya citadas.
Pero, además, para ello, alguien de su familia, con toda seguridad su madre, abandonará su trabajo y se recorrerá 248 kilómetros diarios (en dos días la distancia Llanes-Madrid) porque no existe transporte público alguno que pueda tomar esa alumna para llegar al instituto a las ocho y media de la mañana. Eso sí, cuando llegue la hora de hacer la declaración de la renta, nuestra familia cubrirá un impreso idéntico a los que pueden utilizar transporte público y no lo utilizan, a los que no tienen necesidad de recorrer 50 kilómetros para escayolarse un brazo, a los que no les hace falta recorrer 100 kilómetros en su coche particular para ir a un cine, un teatro o un concierto. No es raro que los pueblos se estén convirtiendo en geriátricos y que los pocos jóvenes que quedan salgan corriendo, puesto que no se les ofrece ni siquiera la posibilidad de disfrutar de una educación pública de mediana calidad. En esto, como en casi todo lo que se refiere a derechos, no a deberes, nuestra Constitución es sólo una quimera.
Sin embargo, quienes vivimos en los pueblos en el fondo estamos absolutamente encantados porque nadie nos discrimina: ni la izquierda, ni la derecha; ni los centralistas, ni los nacionalistas; ni los partidos parlamentarios, ni los extraparlamentarios. Ninguno de ellos tiene en cuenta nuestros problemas porque para ninguno de ellos existen los pueblos excepto como lugares fantasma donde se pasa el veraneo.
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