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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Golpe de mano

Putin no ha esperado tras el secuestro y sangrienta liberación de la escuela de Osetia del Norte para proponer una serie de radicales medidas políticas y administrativas muy poco democráticas con la pretensión, o más bien excusa, de reforzar el combate contra el terrorismo, que el presidente ruso insiste en considerar fundamentalmente como una amenaza exterior que busca la desintegración del país. Un flaco favor para resolver los graves problemas de la Federación Rusa y para el pleno desarrollo de las libertades y el respeto de las minorías regionales. La iniciativa ha levantado una cascada de críticas entre sus oponentes y los escasos medios de comunicación independientes. Se trata de un paso atrás, incluso de una regresión a modos autoritarios y un ataque frontal contra las regiones y repúblicas autónomas en pos de un Estado fuerte y centralizado que casa mal con su estructura federal. Como ha dicho el último de los dirigentes soviéticos, Mijaíl Gorbachov, un Gobierno no arregla sus males limitando los derechos de la ciudadanía.

El plan prevé acabar con las elecciones directas de gobernadores o líderes regionales y que éstos sean designados por sus respectivos Parlamentos a propuesta del Kremlin. Sugiere también una reforma de la Duma (Cámara baja) en provecho de los grandes partidos, mediante un sistema único de elección proporcional que hará casi imposible la presencia de candidatos independientes de las regiones, que hasta ahora representaban la mitad de la Cámara. Estas medidas, que eran ya objeto de estudio por los asesores del presidente mucho antes del atentado de Osetia del Norte, han sido presentadas ahora como proyectos de leyes para su aprobación por la Duma sin dilación.

Putin afirmó después del atentado que el Estado había sido débil para frenar la violencia terrorista. Sin embargo, es dudoso que con propuestas como éstas progrese sustancialmente en su lucha contra esa lacra.Más bien al contrario. La rebaja democrática que Putin pretende introducir alimentará los resentimientos en amplios sectores de la ciudadanía. El líder del Kremlin se ha adentrado en una peligrosa vía autoritaria, atacando a los medios de comunicación, azuzando sentimientos patrióticos, persiguiendo a grupos de oposición y a oligarcas financieros que hacen frente a su política o cercenando el poder regional, como si así fuera posible exterminar el cáncer del terrorismo o de la corrupción. Todo un ejemplo de lo que no debe hacerse en la lucha antiterrorista.

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