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Jon Sobrino recuerda que la pobreza es la "macroblasfemia de nuestro tiempo"

Los epulones multiplican sus beneficios y los pobres se multiplican en número. En 1960 había 1 rico por 30 pobres; en 1990, 1 rico por 60 pobres; en 1997, 1 rico por 74 pobres. Más de 1.300 millones de seres humanos tienen que vivir cada día con menos de un euro. Y los tres futbolistas mejor pagados del mundo, que juegan en España, ganan al año 42 millones de dólares (38,9 millones de euros), mientras que el presupuesto de la ciudad de San Salvador, con 1.824.532 habitantes, es de 45,6 millones. "Es el agravio comparativo, insultante, impúdico, a los pobres, el fracaso de la familia humana. En lenguaje teológico, es el fracaso de Dios en su creación", clamó ayer el teólogo Jon Sobrino en un documento leído en la clausura del multitudinario congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, celebrado esta semana en Madrid.

Sobrino (Bilbao, 1938 ), el único jesuita español sobreviviente de la matanza de la Universidad Católica salvadoreña -donde en 1989 fue asesinado el también vasco Ignacio Ellacuría y otras siete personas a manos de los mismos que mataron al obispo Óscar Romero: militares a sueldo de empresarios y políticos, según acaba de dictaminar una justicia tardía-, se repone de una grave enfermedad y no ha viajado a Madrid. Su ponencia, titulada Espiritualidad del seguimiento de Jesús desde la opción por los pobres: humanizar la humanidad, fue leída por Casiano Floristán, profesor emérito de la Pontificia de Salamanca, y ahondó en un clamor de los congresistas cristianos, en su inmensa mayoría católicos: que la Iglesia "tiene que hacer una opción no sólo a dar a los pobres, sino también a recibir de los pobres. "Si lo primero no es evidente, lo segundo es todo menos evidente", subrayó Sobrino.

Lo peor de esa descarnada coexistencia de lázaros y epulones es el desparpajo con que se contempla y tolera tanta injusticia, y también el silencio, "el escándalo de querer enmudecer a la realidad", señala Sobrino. Apelando al obispo catalán Pere Casaldáliga, otro misionero de la liberación de los pobres, el jesuita vasco recuerda que esa falta de humanidad es "la macroblasfemia de este tiempo".

Mensaje del congreso

La Asociación de Teólogos Juan XXIII cerró su 24 congreso con una larga ceremonia eucarística salpicada de cánticos a tono con lo que ha sido la historia de esas reuniones: un grito contra la injusticia y en favor de los pobres. "Detrás de nosotros estamos ustedes", decía uno de esos cánticos. Unas 1.400 voces bien contadas lo corearon. En la colecta para el Tercer Mundo, recogida en dos bolsas de plástico de esas que a diario valen para guardar basura, los congresistas depositaron 18.000 euros. Eran coherentes con lo que acababan de escuchar en el mensaje final del congreso, leído por Floristán: "La involución de los poderes políticos, económicos y religiosos, atentos a la defensa de sus intereses o privilegios, hace que casi se olviden las necesidades materiales y espirituales de la humanidad menesterosa del Tercer Mundo".

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