Musulmanes franceses

Los musulmanes de Francia, nacionales o inmigrantes, no han caído en la trampa que pretendieron tenderles los secuestradores de los dos periodistas de esa nacionalidad en Irak, que, entre otras exigencias para su liberación, pedían que se derogara la ley que prohíbe llevar en la escuela pública francesa el velo islámico, la kipa judía, cruces cristianas u otros signos religiosos ostensibles. Los secuestradores han fracasado en su intento de dividir a Francia en nosotros y ellos. Incluso entre los numerosos musulmanes franceses que critican la ley ha provocado un movimiento nacional de pertenencia a Francia, así como de fuerte rechazo del terrorismo. Y eso no es sólo importante para la estabilidad de la sociedad francesa, sino para la de toda Europa.

La ley se comenzó a aplicar el 1 de septiembre sin graves problemas. Apenas ha habido incidentes como consecuencia de que se presentaran alumnas con velo en este comienzo de curso. Pero que no haya sido así no significa que hayan desaparecido los problemas que plantea una ley diseñada para preservar las llamadas esencias republicanas de Francia. Como ejemplo, baste subrayar que en las afueras de París un grupo de muchachos de religión sij no pudieron comenzar el curso escolar porque sus creencias les obligan a llevar constantemente el turbante en público y esta prenda está prohibida por la ley en tanto que signo religioso. El pragmatismo británico, en cambio, dispensa a los sijs -originarios del norte de India- hasta de llevar casco cuando van en moto.

Más allá de la ley -que prevé su propia revisión dentro de un año, a la luz de cómo se haya desarrollado su aplicación-, Francia ha realizado importantes avances en su búsqueda de nuevos puntos de encuentro con nacionales y residentes musulmanes, para fomentar el sentimiento de pertenencia de todos ellos al país. La creación del Consejo del Culto Musulmán, obra de Nicolas Sarkozy en su etapa como ministro del Interior, es una pieza clave de ese diálogo. La vigilancia de las prédicas de los imanes es otro medio para defender los principios republicanos. La ley del velo puede hacer que la prenda se lleve más fuera de la escuela pública o hasta en las escuelas privadas. Con todo, el principal reto para integrar a este sector de la población pasa por mejorar las condiciones de los guetos en que viven.