Cuando hasta Irak se vuelve contra Kerry
La campaña republicana, con el apoyo activo del candidato demócrata, está logrando que hasta la guerra de Irak se vuelva contra Kerry, en vez de dañar a Bush. De flip-flop acusa al senador demócrata por haber votado de una manera sobre Irak y luego de otra. Quiere dar a entender que Kerry cambia de parecer constante y bruscamente, mientras el presidente se mantiene en sus trece en un mundo en el que rectificar no parece de sabios. Sin duda ha sido un error añadido de Kerry afirmar, a la vez que criticaba a Bush por no haber planeado bien la llamada posguerra, que incluso de haber sabido que Sadam Husein no tenía armas de destrucción masiva, hubiera votado a favor de la invasión. Kerry no logra convencer de qué haría él para resolver el problema creado en Irak, quizás porque no tenga una solución. Y en la duda..., Bush se beneficia, aunque tampoco la tenga.
El número de ciudadanos que en Estados Unidos piensa hoy que la guerra de Irak ha sido un error está reduciéndose. La situación de los medios de comunicación favorece a Bush. La superación de la barrera psicológica de los 1.000 soldados estadounidenses fallecidos en esta guerra desde que oficialmente Bush declarara el fin de las grandes operaciones (como si no hubieran seguido después) se ha visto eclipsada estos días en las noticias de allí por la operación cardiovascular de Clinton (¡qué popularidad!), el huracán Frances, la tragedia en Osetia del Norte y la conmemoración del tercer aniversario del 11-S.
Una cosa ha sido la insensata invasión, que ya no tiene remedio, y otra qué hacer ahora. Probablemente la solución pase por una retirada a plazo, pero el entretanto es tan importante como el horizonte. La "retirada estructurada" de Irak podría ser parte de una solución, pero si se plantea mal podría agravar la situación. Una vez el daño hecho no sería útil para el mundo que, por precipitación para retirar las tropas extranjeras, y en particular las de Estados Unidos, Irak pudiera degenerar en una guerra civil que rápidamente se convertiría en regional, con repercusiones globales. Pues el problema no es sólo externo, sino interno de un Irak que quizás no se pueda preservar unido. Por eso, la recomendación de Zapatero -que se retiren sin más los países que tienen tropas en Irak- va en dirección equivocada, además de, gane quien gane el 2 de noviembre, dificultar las relaciones entre España y Estados Unidos, que son su gran asignatura pendiente. Es de esperar que hoy con Chirac y Schröder y el día 21, ante la ONU, precise algo más.
Faltan siete semanas y dos debates televisados para el gran martes, con lo que la situación es aún abierta pero difícil para Kerry, que no sólo no logra que se hable de política económica y social, sino que ha perdido agosto forzado por el adversario a defenderse de mentiras sobre su actuación hace más de 30 años en Vietnam, una guerra de la que Bush consiguió librarse gracias a sus enchufes. La feroz campaña de Bush es arriesgada. Quizás esa estrategia no sea la mejor posible, pero sí la que más desequilibra al adversario, que, acorralado, se ve forzado a la defensiva. Se enmarca en una estrategia general del miedo y tiene un peligro para el que la fomenta: el de llegar demasiado lejos en su virulencia. Como cuando Cheney señala a Kerry como "riesgo de terror".
Bush puede ganar sin que se sepa qué va a hacer en su segundo mandato. Tampoco se sabe bien qué haría Kerry. Esta vez, frente a Gore en 2000, Kerry y Bush coinciden en algo: su amor a las armas. Ninguno de los dos ha movido un dedo para evitar que hoy, tras 10 años de vigencia, expire la prohibición de venta y posesión en Estados Unidos de algunos rifles de asalto. Ni eso. aortega@elpais.es
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