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Columna
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Mercosur en marcha

Al presidente Lula, que acompaña esa marcha

El pasado 13 de agosto tuvo lugar en la Villa Rosalba de Asunción el acto de instalación del Tribunal Permanente de Revisión de Mercosur y la toma de posesión de sus cinco miembros integrantes. Participaron en el acto las máximas autoridades políticas y judiciales de los Estados miembros y Nicanor Duarte, presidente de la República de Paraguay, país huésped del Tribunal, y Luiz Inácio Lula da Silva, presidente en ejercicio de Mercosur, le dieron el espaldarazo político. El 26 de marzo de 1991, el Tratado de Asunción crea el Mercado Común del Sur, que reúne a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, establece un espacio económico a medio camino de la Zona de Libre Comercio y de la Unión Aduanera. La Conferencia de Ouro Preto en diciembre de 1994 precisa este primer diseño y le confiere sus rasgos fundamentales, que han durado hasta hoy. El primado del modelo intergubernamental se intenta hacer compatible con la existencia de sectores y procesos, en los que, mediando la unanimidad en el acuerdo, prevalezca el principio de la metagubernabilidad sobre los dictados nacionales.

Ni los vaivenes políticos, ni los sobresaltos de la coyuntura, ni, sobre todo, la enorme servidumbre que suponen las grandes asimetrías en población, recursos, competitividad, etcétera de sus Estados miembros, han impedido el considerable avance de la construcción del Mercosur en los últimos diez años. El último informe semestral de la Secretaría de Mercosur -Montevideo, julio de 2004- presenta un resumen de la situación actual en el que no se esconden los fallos pero dominan ampliamente los logros. Más allá del contenido del informe, lo más revelador de la experiencia es, por una parte, la capacidad de atracción que está mostrando con la incorporación como países asociados de Chile, Bolivia, Perú y últimamente Venezuela; y por otra, el notable incremento de los intercambios comerciales intra-área que ha generado, de los que obviamente los más espectaculares afectan a Brasil y a Argentina. A estos datos básicos ha venido a añadirse desde la llegada de Lula y Kirchner al poder una voluntad política a favor de la integración de la que antes se carecía y que se ha traducido en avances técnicos institucionales de apariencia menor pero de consecuencias importantes. Quiero referirme sólo a uno: la transformación de la naturaleza de la secretaría general, que de puramente administrativo-archivística ha pasado a ser técnico-impulsora de iniciativas. Hoy, el gran problema pendiente es el de aumentar la efectividad en el área del derecho de Mercosur, que pide el establecimiento de una tipología de las normas emanadas de sus diferentes órganos decisorios y la implicación cada vez mayor de las magistraturas de los cuatro estados en su efectiva práctica judicial.

Hace cuatro años, el Colegio de Altos Estudios Europeos Miguel Servet -institución creada y dirigida por la Universidad Complutense de Madrid que agrupa a 14 universidades europeas- consideró que Mercosur era uno de los proyectos de integración regional más paradigmáticos. Para estudiarlo y contribuir a su reforzamiento se constituyó un grupo de trabajo compuesto por expertos europeos y sobre todo mercosureños, que centró su atención en el problema de la solución de controversias, cuello de botella para el desarrollo del área, pues el sistema previsto en el Protocolo de Olivos ha funcionado con una extrema dificultad. Con financiación de la Unión Europea y en colaboración con las autoridades de Mercosur, se han mantenido durante estos años tres reuniones que se han cerrado con una conferencia final en la que se ha debatido y aprobado el informe con las propuestas definitivas, dirigido en su dimensión pública por el profesor Ricardo Alonso y en lo que concierne al arbitraje privado por Juan Antonio Cremades. La coincidencia de la Conferencia Final del Grupo con la instalación del Tribunal hizo posible que los miembros del mismo y los presidentes/representantes de las cortes supremas de los países de Mercosur pudieran acompañarnos en la última fase del trabajo, y compartir con nosotros su convicción de que hoy el derecho es el instrumento privilegiado para el éxito de toda integración regional. Esta primera Corte Común de Mercosur que acaba de fletarse puede así convertirse en el buque insignia de la utopía bolivariana.

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