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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Al aire de su vuelo

La poesía de Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 1948) está lejos de los temas y rasgos de estilo más reconocibles de sus coetáneos en el momento de su aparición. En La huella del aire, donde se recogen poemas de una docena de libros, su culturalismo es ocasional y tamizado, la metapoesía apenas asoma, el sujeto poético es el propio autor o remite inmediatamente a él, los modelos literarios son ibéricos, y los versos se dirigen a un lector del que se requiere adhesión sentimental. Añádase el que su primer libro, Tierra en la carne (1976), es bastante tardío respecto a los títulos fundacionales del sesentayochismo. Pero tampoco puede asimilarse a los autores del segundo tramo generacional, pues, por poner un ejemplo, el Manuel Machado que hay en él es el popularista y luminoso, no el acanallado y descreído que escogió, digamos, Javier Salvago. Su obra sigue pautas de una poesía arraigada, ocupada por asuntos intrahistóricos: sentimientos privados, territorio natal, invocación trascendente.

LA HUELLA DEL AIRE (POESÍA 1976-2001)

Santiago Castelo

Editora Regional de Extremadura. Mérida, 2004

388 páginas. 21 euros

En la introducción, Manuel

Simón Viola pone buenas dosis de voluntarismo para conectarlo al difuso entorno literario extremeño. Inicialmente vinculado al telurismo del 98 (en el poema de apertura se entrevén los cuajarones expresionistas del que Unamuno dedicó al Cristo de la Claras palentino), y también al existencialismo con gotas sociales del medio siglo, pronto brilla como recreador del estrofismo clásico y popular. En Cuaderno del verano (1985) hay romances, sonetos y sonetillos, seguidillas y soleares, redondillas, décimas, e incluso estrofas consonánticas de dodecasílabos. Esta actitud en cierto modo subalterna se traslada también a los motivos, pues abundan los poemas de ocasión, como los de Cruz de guía (1984) -aquí apenas representado- o los sonetos de Al aire de su vuelo (1993), donde la penetración en el aura sanjuanista impide que la poesía termine asfixiada por la circunstancialidad (celebración en Fontiveros del IV centenario de la muerte de san Juan de la Cruz): el poeta va "al aire de su vuelo" sin tener, para ello, que cortarse las alas.

Los modelos casi siempre se transparentan en la superficie de la escritura, como en el anapesto inicial de Vyborni ("Era hermoso, era rubio, era joven"), tan próximo a los del manuelmachadiano Oliveretto de Fermo. La pluralidad de los mismos dificulta la existencia de un timbre dominante, pues la rotundidad posromántica coexiste con las vaguedades simbolistas, y la gracilidad popularista con la verbosidad confesional de las series alejandrinas. Y es que a veces la poesía respira con dificultad, sofocada por la abundancia de las tradiciones -nobles y bien asimiladas-en las que viene envuelta.

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