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El teólogo Castillo subraya la "preocupante debilidad" de la Iglesia católica en España

Cambio, pluralidad, laicidad y democracia. Estos cuatro hechos determinan la situación sociorreligiosa y espiritual de los españoles, en un mundo en el que emerge imparable una nueva cultura y, con ella, un nuevo tipo de hombre. Pero las religiones siguen aferradas a sus viejos modelos de pensamiento y de organización. En España, el proceso ha sido vertiginoso: es el país que en los últimos 20 años ha vivido el cambio más rápido y profundo. Y el fenómeno no es pasajero: contra lo que piensan algunos, las cosas no volverán a su sitio. La reflexión es del teólogo José María Castillo (Puebla de don Fadrique, Granada, 1929), que ayer abrió el congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, reunido en su 24ª edición en la sede de CC OO de Madrid.

"Dicho de otro modo, las grandes religiones se organizaron en culturas que ya no existen. De ahí su inadaptación a la cultura actual", dijo Castillo, uno de los grandes teólogos libres españoles,castigado por ello con la retirada del placet de la jerarquía como catedrático de Teología en la Universidad de Granada.

"El problema no está en que se hayan separado el trono y el altar, que bien separados están. Está en que el ordenamiento político (aun con todos sus defectos y limitaciones) ha progresado al ritmo de la historia y de acuerdo con las exigencias de nuestra cultura, en tanto que la Iglesia se quedó anclada en un pasado que pocas gentes, a estas alturas, quieren recordar y repetir", argumentó Castillo.

Sobre el tópico poder fáctico atribuido a los eclesiásticos, opina: "Si la situación se analiza sin apasionamiento, lo que más llama la atención es la preocupante debilidad de que esta Iglesia da muestras evidentes. El investigador Ronald Iglehart ha dicho en junio pasado en Madrid: 'Pensaba que en España la Iglesia católica tenía mucho poder, pero resulta que tiene poco'. Así es. Esta Iglesia no puede autofinanciarse y por eso recibe cada año del Estado (o sea de todos los ciudadanos) cantidades de dinero que nadie puede precisar. Porque, aparte de otras partidas que se conocen aproximadamente, la Iglesia goza de unos beneficios fiscales mayores que los que logró con el Concordato de 1953, es decir, la Iglesia disfruta ahora de más beneficios tributarios que en la dictadura franquista. Esta Iglesia se siente débil e incapaz para enseñar su doctrina o impartir su catequesis a los niños. Por eso se afana para que el Estado (laico) enseñe en los colegios (privados y públicos) lo que ella se ve incapaz de enseñar. Esta Iglesia no puede convencer a la gente de que se comporte según los criterios morales que ella considera necesarios. Por eso se empeña en que los poderes públicos obliguen a los ciudadanos, mediante leyes y penas, a que se mantenga el modelo de familia, de matrimonio, de comportamientos sexuales, de discriminación de sexos y de protección de la vida que la jerarquía, obediente a Roma, considera que se debe imponer en nuestra sociedad".

Negocio y credulidad

El secretario general de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, Juan José Tamayo, abrió el congreso, al que acuden cada año un millar de personas, criticando el creciente negocio de la espiritualidad y la también creciente credulidad acrítica. "No suele ser la praxis liberadora lo que motiva las intervenciones públicas de las instituciones religiosas, sino, más bien, su irrefrenable instinto de poder", dijo.

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