Adiós al balneario
Fui el otro día a la playa de las Arenas de Valencia y me topé con el disparate urbanístico que nuestro Ayuntamiento acomete en el lugar donde se levantaba un bello edificio patrimonio de los valencianos: el balneario de las Arenas. Me dijeron que ha sido nuestro Consistorio el que ha privatizado un bien público y ha permitido que una empresa derribara, hasta dejar sólo las columnas, el único pabellón que quedaba, saltándose el nivel de protección de la ley. Me aclaran que han sido nuestros concejales del PP y Rita Barberá los que han propiciado que delante del histórico edificio se levante otro más moderno de cinco alturas, dos más de las aprobadas.
Detrás del futuro hotelazo de cinco plantas y cinco estrellas hay casas humildes y abandonadas, con gente pobre viviendo en ellas, con hogueras a la puerta, mal olor e inmundicia... Ésta es la situación que está propiciando nuestra alcaldesa y que permiten sus votantes, una degradación intencionada para facilitar una especulación perfecta. Intenté recordar el edificio antes del hotel y reflexioné sobre sus posibilidades: ¿una biblioteca? ¿una sala de conciertos? ¿una rehabilitación integral para devolverle su uso original? De la peculiaridad y singularidad de un edificio ya robado a los valencianos, hemos pasado a la horripilante vulgaridad de un hotel de cinco alturas.
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