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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Mala cara

El Madrid pierde el Trofeo Bernabéu, en un pésimo encuentro, con el Pumas de Hugo Sánchez

El Madrid no puede hacer rotaciones. O no puede jugar amistosos. Una de dos. Con un grupo numeroso de suplentes y canteranos, el equipo blanco dio una pésima imagen ante el modesto Pumas mexicano, entrenado por el mítico ariete madridista Hugo Sánchez. Tan modesto es el Pumas que Diego Alonso, aquel delantero uruguayo del Atlético en Segunda y del Racing en Primera, es uno de sus grandes referentes. Sólo fue rescatable, en el Madrid, la actitud de Solari, un regusto de los partidos menores de los blancos, de los duelos coperos de primeras ronda: es un clásico que el volante argentino sea el único no habitual que juega bien en el marasmo indolente en que se convierte el Madrid cuando alguien desde el banquillo se decide a hacer "pruebas" y a otorgar "descansos".

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La ausencia de las grandes estrellas blancas sigue lastrando, como el año pasado, el juego del Madrid. Un síntoma inequívoco de que en el conjunto de Camacho, la pauta de juego la ponen los jugadores. No el sistema. Principalmente, porque no hay tal sistema. Si juegan todos los buenos juntos, los mejores, el equipo no defiende bien y no tiene equilibrio, pero sí pegada y capacidad de elaboración en ataque. Si juegan desperdigados, trufados con elementos del banquillo o de las categorías inferiores, tampoco son capaces de cubrirse, no muestran el menor equilibrio, y, además, no tienen ni pegada, ni capacidad asociativa. Muy notorias durante todo el encuentro fueron las ausencias de Ronaldo y Roberto Carlos.

En esas, Juanfran, que es un chaval de la cantera con muy buena pinta, se esforzaba en dar la nota mínima entrando por su banda, la derecha y Solari, que da la nota mínima casi sin querer, buscaba la jugada individual y la portería. Eso fue todo en el Madrid gran parte del encuentro. De Owen, salvador en Mallorca, nada se supo, excepto que se quedó completamente aislado como segundo punta y que sus únicas intervenciones fueron intentonas solitarias condenadas al fracaso. De Beckham, aún se supo menos.

Mientras, el conjunto mexicano, mucho más ordenado, atacaba siguiendo la táctica de los apoyos escalonados, aferrado a la disciplina. Y motivado. Ese es un factor que también cuenta cuando lo único que hay en juego es la honrilla. Los jugadores del Pumas le ponían ganas. Para defender con acierto, aunque el Madrid se lo ponía muy fácil para recuperar el balón, y para atacar. Los mexicanos tuvieron al menos cinco buenas ocasiones. Una de ellas, en el segundo periodo, de Botero, aprovechando todos los agujeros que dejó el Madrid en un contrataque, se marchó fuera por poco. Un preludio al gran gol de Castro, que marcó de un gran chut. Después fue López el que pudo marcar a puerta vacía.

En el segundo tiempo, el Madrid perdió a sus jugadores ingleses, y durante unos veinte minutos se transmutó en un posible equipo titular del Madrid. Suponiendo que alguna vez jueguen en un equipo titular del Madrid César, Mejia, Guti, Celades y Morientes juntos. Lo que es mucho suponer. Pero aparecieron Helguera, Figo y Zidane. El conjunto blanco, en su versión de "clase media" adelantó su posición en el campo veinte metros y encerró al equipo centroamericano. El Madrid movía en la frontal -despacio, al pie- hasta encontrar el hueco. Después salieron Paredes y Soldado, dos chicos de la cantera, se sentó Solari, y el Madrid regresó a su versión más descontrolada. Tanto, que el Pumas pudo aumentar su cuenta.

Camacho juega en el banquillo con la correa de su reloj con cara de preocupación y disgusto.
Camacho juega en el banquillo con la correa de su reloj con cara de preocupación y disgusto.CLAUDIO ÁLVAREZ

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