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Reportaje:

En busca de la esencia del Rincón

Ademuz busca diversificar su agricultura y el turismo rural sin perder el sabor local

Blas Aparicio es un agricultor de plantas aromáticas de Ademuz que ronda los cuarenta. Es joven, pero podría considerarse una especie en extinción: "Ni loco me vuelvo yo a Valencia". En la capital trabajó ocho años en una fábrica de cosméticos tras el servicio militar. Contracorriente, dejó el sol y la playa, la actividad de Valencia y se volvió al frío monte. "Sin duda mi mejor elección", dice. "Si me ofrecen un empleo en Valencia para estar en un despacho con dos millones por no hacer nada, no lo cojo. Aquí no puedes ir al cine todos los días, pero la tranquilidad...". Y deja la frase pendiente mientras conduce su furgoneta aromatizada por las angostas carreteras que unen Ademuz con Casas Altas, dos de las siete localidades de las tierras más altas.

El hinojo tiene una salida increíble y el comino y el cilantro, que se cultiva como el cereal

El Rincón de Ademuz pierde la esencia. Pese a su olvido, este apéndice de Valencia rodeado de territorio aragonés y manchego podría considerarse un arquetipo económico de la Comunidad Valenciana: decadencia agrícola, auge constructor. La juventud, si sale fuera a estudiar, difícilmente vuelve. Sin embargo, la que se queda acaba en el sector constructor o de servicios, volcados en la edificación de viviendas de segunda residencia en detrimento de sectores aún por desarrollar como el turismo rural o nuevas formas de agricultura autóctona que desarrollan emprendedores locales. En los 370 kilómetros cuadrados mancomunados en los que habitan casi 3.000 valencianos, la sangría poblacional ha sido dolorosa para las tierras más altas de la Comunidad Valenciana, que han pasado de tener unos 7.300 habitantes en 1960, a 5.300 en 1970, y así hasta nuestros días.

Los jóvenes huyen del silencio y la tranquilidad, de los aromas del monte. El Rincón concentra el porcentaje más alto de personas mayores de 65 años que viven solas en toda la Comunidad Valenciana, según un estudio de la Consejería de Bienestar Social y la Universidad de Valencia.

Blas se ha cansado de los cultivos tradicionales de la zona: no cree que la manzana o el almendro puedan competir con las especies venidas de América del Norte, como la Golden, o los frutos de Chile o Italia. Sin embargo, Blas lleva ocho años sacando adelante su producción de plantas aromáticas y asegura no dar abasto. Sólo con los proyectos que desecha, explica, se podría dar trabajo a un centenar de personas. "Aquí nadie sabe lo que hago y en la Administración tampoco escuchan, se empeñan en subvencionar cultivos que nadie compra. Yo vendo todas mis plantas a Japón, Francia, Estados Unidos... ¡Vendo aceites destilados a lugares que ni conozco!", afirma.

La Consejería de Territorio y Vivienda le presenta como modelo del proyecto europeo Life, que tiene como fin recuperar hábitats de valor ecológico de alta montaña. En el caso del Rincón, la zona escogida es la de la Puebla de San Miguel, a la que se llega desde Titaguas por un camino apenas transitado. Los técnicos de Medio Ambiente piensan que si los habitantes de alta montaña no sacan provecho del monte, dejarán de cuidarlo. En la Puebla, donde no habitan más de 70 personas, intentan recuperar la salvia y el tomillo, que sólo crece en esta zona. Aquí, el hisopo, un primo hermano del tomillo, perfuma el monte, donde ya no se ven tantos cazadores o pastores como antaño, pero sí tejeras o milenarios sabinares albares que serán incorporados a la Red Natura de la Unión Europea.

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Emilio Laguna, técnico del proyecto Life, asegura que "la pureza de las destilaciones de aromáticas de la zona es claramente superior a otras, pero la industria cosmética pide 1.000 veces más. Tenemos plantas que sólo crecen aquí y, de la primera a la última, tienen uso farmacéutico, curan". Pero pocos quedan que recuerden esto.

Y allí van las plantas de Blas: a la industria farmacéutica, alimenticia, cosmética... No puede competir en producción con el romero marroquí o la manzanilla egipcia, pero cultiva un producto diferente y ecológico, y lo vende todo. "El hinojo tiene una salida increíble, y el comino y el cilantro. El cilantro se cultivaba a mitad de siglo, pero ya no. ¡Y se hace igual que el cereal!", exclama Blas. El alcalde de Ademuz, Fernando Soriano, piensa que "posiblemente" la salida de la agricultura esté ahí y que "los agricultores deberán cambiar".

Otro emprendedor local, Cesáreo Casino, apostó por el sabor rural en la vertiente turística. Trabajador del Consistorio de Ademuz, no quiere que las montañas se llenen de turismo de interior, con balnearios y hotelitos de lujo, sino que se mantenga el carácter rural. La agricultura que elabora junto a dos compañeros -un constructor y un farmacéutico- es para consumo turístico y busca esa esencia que no se encuentra en otra parte: han recuperado las manzanas autóctonas como la Miguela, la Normanda, la Ricarda o el Camache, de la que sólo quedaban dos ejemplares de árbol en todo el Rincón. "Nosotros entendemos que el turismo rural debe tener una cultura detrás. Y eso no se lo dan las manzanas transgénicas, ni los cultivos de fuera que subvencionan y mueren de frío. En cuanto se planten aquí cerca, me romperán el invento. Pero no puedo hacer nada contra eso", dice. Aun así, con esfuerzo se acerca a lo que persigue. En su empeño por recuperar la esencia del Rincón ha reintroducido un conejo que hacía años no se veía en la zona, además de la Guirra -una oveja valenciana- y a la cabra celtíbera.

Al igual que a Blas Aparicio, sólo le falta una cosa: gente que crea en lo que hace y gente que asegure una clientela para mantener un sabor local que se pierde a pasos agigantados. Son emprendedores que vivieron en la ciudad, a la que no desean volver.

"Sólo teníamos dos salidas", dice Cesáreo, "o nos metíamos en algo, o hacíamos las maletas". Pronto acogerá a 45 familias a las que enseñará lo que hace en un campamento de trabajo. Vienen de la ciudad y son colombianas, nigerianas, magrebíes, sudanesas, rumanas... Desde la mezcla, tal vez, el Rincón recupere su esencia.

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