Tango olímpico
La selección liderada por Ginobili se impuso por oficio a Italia en un partido sin emoción
La corona olímpica ya tiene nuevo campeón. Sin bailar el tango, ni la jota ni el mambo, en un partido de oficio y exento de toda emoción, Argentina doblegó a una Italia desconocida que ayer fue menos brava que nunca y que, conformista, casi convino desde un principio en que su rival levantara, por primera vez en su historia, el cetro olímpico. El baile llegó sólo al final, con los argentinos ya campeones, exaltados y dando botes en la cancha. Los italianos los miraban resignados, sin carácter. Dio la sensación de que la plata les parecía premio suficiente.
Agarrotados por el miedo escénico de presentarse por primera vez en su historia en una final olímpica, Argentina e Italia ofrecieron un espectáculo inicial impropio de un encuentro de semejante calibre. Sin emoción, aburrido hasta los huesos, sin una sola jugada que destacar. Más que aplausos, los dos equipos lograron arrancar bostezos de la grada que, visto lo que ofrecía la cancha, optó por aplaudir las gracias tontas de Athiná, una de las mascotas de los Juegos.
ITALIA-ARGENTINA: 69-84
Italia: Basile (9), Bulleri (5), Soragna (12),
Galanda (7), Marconato (6). -cinco inicial-; Radulovic (-), Pozzecco (12), Righetti (3), Rombaldoni (10), Chiacig (3), Garri (2)
Argentina: Sánchez (3), Ginobili (16), Nocioni (7), Scola (25), Wollkowyski (13). -cinco inicial-; Montecchia (17), Fernández (1), Sconochini (2) y Delfino.
Arbitros: Santos (Brasil) y Voreadis (Grecia).
Unos 14.500 espactadores en el Pabellón cubierto OAKA.
Italia y Argentina eran dos equipos desconocidos: no sólo faltos de acierto, también de garra. Por no haber, ni siquiera había contacto físico, juego duro, del que tanto gustan ambos equipos. La ausencia de Oberto, en el banco con un dedo roto, se notó.
Como si no se disputara una final que valía un oro olímpico, como si no se tratara de dos equipos latinos, Italia y Argentina se pasaron 20 minutos mareando el balón, desplegando un juego carente de todo ritmo, repleto de fallos e imprecisiones por ambos bandos, con Ginobili, como de costumbre, tirando del carro argentino y los italianos viviendo del mismo recurso que los metió en la final: los triples. Seis de 12 intentos colaron los jugadores de Recalcati para llegar vivos al descanso (41-43). Cero de cinco, Argentina, en una serie lamentable, principalmente Sánchez, Ginobili y Montechia.
Argentina, sin embargo, encontró el modo de dominar siempre en el marcador; de llevar, gracias a Ginobili y Scola, la iniciativa sobre una Italia que tardó tres minutos en anotar sus primeros puntos del encuentro. Sólo cuando el escolta de los Spurs y Scola se fueron al banco, los italianos se despertaron y se reengancharon al encuentro.
Incapaz de cortar la racha de tres de Italia y más incapaz todavía para anotar ella misma un triple -el primero lo coló Montechia a ocho minutos del final-, Argentina cedió la ventaja en el marcador (48-47), mediado el tercer cuarto. Pero enseguida se recuperó. Scola metió la directa y aunque Ginobili no fue el de otros encuentros, Argentina no necesitó de mucho más para ganar el encuentro y marcar las diferencias. Italia se empeñó tanto en la línea de tres, que perdió el control. Aunque encontró la plata.
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