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Reportaje:CONFLICTO EN LAS CARRETERAS

Indefensos y en el arcén

Después de un mes de huelga en Euskadi ningún organismo se considera competente para intervenir en el conflicto de las grúas

Será difícil que Abdul se olvide algún día de las carreteras vascas: el domingo 8 de agosto, cuando más apretaba el calor, su Renault 21 se declaró en rebeldía en la N-I a la altura de Andoain (Guipúzcoa): "Fue cosa del motor, empezó a echar humo y no fuimos capaces de ponerlo en marcha". Lo que sucedió a continuación se parece bastante a una pesadilla. Abdul, que había salido de París la noche anterior y se dirigía a Tánger en compañía de su esposa y sus tres hijos, llamó por teléfono móvil a la compañía de seguros. "Me dijeron", explicó ayer Abdul desde Marruecos, "que mi póliza sólo incluía el traslado al taller más cercano, pero que las grúas de España estaban en huelga. Les conté que no me encontraba demasiado lejos de Francia, que viajaba con mis hijos y demasiado equipaje, que hicieran todo lo posible por ayudarme, pero me respondieron que las grúas francesas no podían entrar en España, que intentara coger un autobús o un tren, que ellos me lo pagarían a la vuelta...".

"Tienes que conducir con siete ojos. A veces tomas una curva y te aparece un obstáculo"
"Me han roto la luna del coche y ahora tengo miedo de que me lo desguacen"
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Hoy hace un mes que las carreteras vascas empezaron a poblarse de coches descarriados. El conflicto entre las grúas y las aseguradoras apenas llamó la atención de nadie hasta hace apenas unos días, cuando se supo que se trataba de una enfermedad contagiosa y otras comunidades estaban a punto de verse afectadas. Lo vivido estos días en Euskadi puede servir de ejemplo a lo que está por venir. Sin ir más lejos, las preguntas que ayer formulaba Abdul desde Tánger son las mismas que inquietan a cientos, puede que ya a miles de conductores. Una vez sufrida la avería o el accidente, la cuestión que más preocupa es la siguiente: "¿Sabe usted si mi coche sigue en la carretera?". La respuesta la tiene otro de los afectados, un taxista de Bilbao que sufrió un accidente y tuvo que dejar su herramienta de trabajo, un Mercedes, en la cuneta: "Me han roto la luna del coche y lo he tenido que tapar con un plástico para protegerlo de la lluvia. Pero tengo miedo de que me lo desguacen. No me importa pagar lo que sea, lo que quiero es sacar el coche de allí...".

Y ahí está la segunda pregunta: "¿Hay alguna posibilidad de retirar el coche y llevarlo a un taller?". Si algo tiene el paro de grúas es que no contempla excepciones. Hasta una ambulancia, que en el momento de estropearse llevaba a un enfermo al hospital, sigue abandonada en la autopista A-8 (Bilbao-Behobia) a la altura de Zumaia. Al principio, los huelguistas contemplaron la posibilidad de atender a los conductores que pagaran a tocateja y sobre el terreno, pero desistieron y, hoy por hoy, el abandono es total.

Las consecuencias, y aquí llega otro aviso para navegantes, no tardaron en llegar. La Ertzaintza descubrió que grupos de rateros se dedicaron a desvalijar los vehículos aprovechando la oscuridad de la noche y lo mucho donde elegir. El último dato -de hace 10 días- hablaba de siete detenidos, aunque la policía vasca no quiso precisar ayer si ya son más los sorprendidos con las manos en la masa. Equipos de música, restos de equipaje, neumáticos y hasta parachoques son las piezas más buscadas.

Así que la siguiente pregunta, también sin responder, indaga sobre si los seguros se harán cargo sólo de la avería o también de los daños colaterales. Tampoco hay respuesta. ¿Qué hacer entonces? Hay quien ya se ha puesto manos a la obra: de noche, intentando evitar los piquetes de los huelguistas y las patrullas de la Ertzaintza, propietarios de vehículos están intentando retirarlos por sus propios medios. Carros, remolques, cuerdas; cualquier artilugio sirve, lo que viene a añadir más peligros a la circulación. Aurelio Marín, un camionero de Vélez-Málaga que viaja a Europa todas las semanas, dice que atravesar Euskadi es ahora un sobresalto continuo. "Tienes que ir con siete ojos", explica, "y es que por muy bien señalizados que estén los coches averiados, los arcenes miden lo que miden, no más, y a veces uno toma una curva y se encuentra un obstáculo de sopetón". No obstante, la Ertzaintza sostiene que la seguridad vial está garantizada y que no se ha producido ningún percance por culpa del paro.

La peripecia de Abdul, que consiguió llegar dos días después a Tánger gracias a la solidaridad de otros emigrantes, no ha terminado. Dentro de unas horas, sus vacaciones se acaban y tendrá que regresar a su puesto de trabajo en París. ¿Le puede informar alguien de qué debe hacer para recuperar su vehículo? Si algo ha puesto sobre la mesa la huelga de grúas es que nadie sabe cómo hacerle frente. Un mes después de iniciada, los organismos oficiales siguen sin darse por aludidos. Sólo la subdelegación del Gobierno en Vizcaya intentó, con más voluntad que acierto, descargar los arcenes de vehículos malparados. La pasada semana, el subdelegado, Miguel Ángel Fernández, preguntó a la Abogacía del Estado si sería factible que el Ejército, coordinado por la Ertzaintza, retirase los vehículos que más estorbaban. Sin decirle que no, la Abogacía del Estado le respondió -mediante un informe de 23 páginas- que la responsabilidad corresponde al Gobierno vasco. El caso es que los dos departamentos del Gobierno de Juan José Ibarretxe a los que concierne el problema siguen sin decir esta boca es mía. Por un lado, el departamento de Interior -del que depende la policía vasca- se ha limitado a hacer un recuento, carretera por carretera, de los vehículos abandonados. El último cómputo -430- contrasta con las cifras -más de 4.000- difundidas por los huelguistas. Por su parte, el departamento de Empleo admite que sólo está realizando "un seguimiento puntual del conflicto", porque, asegura, nadie ha solicitado su mediación. Y así un suma y sigue. Las diputaciones provinciales echan la pelota al tejado del Gobierno vasco, y los ayuntamientos, tres cuartos de lo mismo.

Ahora sólo falta saber si el desbarajuste vivido en Euskadi en las cuatro últimas semanas se reproducirá en el resto del país. Como Abdul en Tánger, otros muchos esperan la respuesta.

Un coche accidentado en el arcén de la N-150, en Cerdanyola, que no pudo ser retirado por el paro de las grúas.
Un coche accidentado en el arcén de la N-150, en Cerdanyola, que no pudo ser retirado por el paro de las grúas.SUSANNA SÁEZ

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