"Las caricias verbales son muy importantes"
Suma ya 16 años al frente del equipo que coordina las actividades culturales del Ayuntamiento de Vitoria. Agosto es para Enrique Ruiz de Gordoa (Vitoria, 1950) el mes más duro del año, aunque la principal actividad se concentre en seis días, los de fiestas de La Blanca. Es una semana de trabajo intensivo, sobre todo desde que se generalizó el teléfono móvil. Como colofón, desde hace tres años, la actividad estival se completa con unas jornadas dedicadas a la vida y cultura de una zona del mundo, que este año son los países nórdicos.
Pregunta. El Ayuntamiento ya no descansa ni después de fiestas.
Respuesta. Hace unos años Vitoria se quedaba desolada a partir del 10; la ciudad vivía una auténtica huida y no había nada programado para quienes se quedaban y los visitantes. Estas jornadas temáticas pretenden animar a quienes no salen en agosto, que cada vez son más.
P. ¿Cuántas veces ha pensado en huir el día 4, después de meses preparando el programa de fiestas?
R. Es imposible que se me pase esa idea por la cabeza, porque esos días hay que estar al pie del cañón, coordinando todo el equipo técnico, las diez personas de la plantilla municipal y las decenas de trabajadores de empresas de servicio. Son 16 horas al día de dedicación exclusiva.
P. ¿Ha sentido en alguna ocasión la soledad del director de orquesta?
R. Ni mucho menos. Somos un equipo. Todas las personas que trabajamos en la programación cultural somos conscientes de que, si quisiéramos vivir más tranquilos, no habríamos entrado en esta concejalía. Y aunque parezca increíble, el momento más gratificante del año son las fiestas de La Blanca, porque se ve de inmediato la respuesta de la gente. En esos días, quienes sí lo pasan mal son nuestras familias, porque el móvil puede sonar en cualquier momento y tienes que salir corriendo.
P. ¿Cómo es la respuesta de los ciudadanos a la oferta que se le hace durante agosto?
R. Excelente. El vitoriano es agradecido, aunque no lo manifieste. Lo notamos a la contra, porque al primer fallo no tardan en llegar las quejas, a veces de manera desabrida. Creo que estamos mal acostumbrados. Tenemos una ciudad tan bien montada que el ciudadano tiene el listón muy alto. Nos gustaría que, cuando acertamos, también nos llegaran las felicitaciones. Las caricias verbales son muy importantes.
P. ¿En qué han cambiado las fiestas en estos 16 años?
R. Destacaría dos aspectos. Por un lado, la intensidad. Ahora hay muchos más actos, como demuestra que en los últimos cinco años el presupuesto se ha duplicado. Y también, las fiestas se han normalizado hacia la pluralidad y la tolerancia, a pesar de hechos muy aislados como los que se viven en la Bajada del Celedón.
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