Sexo sin porno, el reto de Cameron Mitchell

El actor y director John Cameron Mitchell, que triunfó en el Festival de Sundance de 2001 con su primera película, Hedwig and the angry inch, ha elegido a un ama dominante, una terapeuta sexual y un gay como personajes de la segunda.

Amantes de los bichos raros, ¡ésta puede ser vuestra película! El escenario es Nueva York, un día cualquiera después de los atentados del 11-S: la ciudad se ha convertido en un lugar atenazado por el temor al terrorismo y en un plan demasiado caro para la mayoría de los mortales. La fauna: un ama dominante que vive en un pequeño depósito porque no puede pagarse un apartamento, una terapeuta sexual incapaz de tener orgasmos y un chico gay que se siente atrapado en una relación amorosa. El lugar de la acción es el Shortbus, un salón en el que los protagonistas se encuentran para conversar, hacer performances y, de vez en cuando... tener sesiones de sexo en grupo.

Ésos son los ingredientes explosivos y los atípicos rostros de Shortbus, la segunda película de John Cameron Mitchell (Texas, 1963), el autor, director y estrella de Hedwig and the angry inch, áspero drama musical sobre la vida de una drag queen, que se alzó en 2001 con los premios del público y al mejor director del Festival de Sundance de cine independiente.

El largometraje, que está en etapa de preproducción, tiene un gancho adicional: Mitchell promete escenas de sexo real y explícito ante la cámara. "No es pornografía", declaró el actor al periódico The New York Times. "El propósito del porno es excitar", precisa, en tanto que en su película "la prioridad es la vida emocional de los personajes".

La distinción, aunque sesuda, parece no convencer a los inversores, que se niegan a darle al director los dos millones de dólares que costará contar la historia, temerosos de que la película no encuentre un mercado masivo. Algo que Mitchell discute citando ejemplos como la exitosa película mexicana Y tu mamá también, una historia de alto contenido sexual interpretada por Maribel Verdú, que se distribuyó sin mayores expectativas y que recaudó más de trece millones y medio de dólares en 20 semanas, según la revista Variety.

Con la película, el director estadounidense pretende explorar el mundo de las relaciones personales en una ciudad tan inmensa como Nueva York a través del arte, la música, la política, las relaciones de género y, por qué no, el sexo.

Mitchell define su proyecto como "una carta de amor a Nueva York" y no abandona la campaña de recaudación, pero lo cierto es que tras un año y medio de ensayos sólo ha conseguido 60.000 billetes verdes y en su mayoría de bolsillos amigos, los del cantante Moby, entre ellos. Y sigue pasando la hucha...